A los 13 años, Anna Shepherd vio crecer su primera cana, algo que la angustió en un comienzo, luego que sus compañeros de colegio comenzaran a molestarla, diciéndole que se parecía a Cruella, la villana de 101 Dálmatas.

“Eso hirió mis sentimientos”, cuenta la húngara, que decidió, a esa edad, tomar cartas en el asunto: “Le supliqué a mi madre que me dejara teñirme el cabello”, agrega al Daily Mail.

Pero no lo consiguió, por lo que tuvo que aceptarse con ese color de pelo, el mismo que ahora mide 1 metro y medio de largo, luego que decidiera dejarlo crecer desde que tenía 14 años.

“Con el tiempo, aprendí a amar mi cabello gris y se convirtió en una extensión de mí misma”, señaló Shepherd al medio británico. Por lo mismo es que también aplica un especial cuidado sobre él: solo lo lava una vez al mes y pasa semanas sin cepillarlo.

 

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“No me aplico nada en el cabello, excepto un poco de aceite después de lavarlo para dominarlo y mantenerlo manejable”, cuenta, indicando que no le dificulta en sus labores de granjera.

Es más fácil tener el pelo largo en la granja, porque no tienes que peinarlo y puedes recogerlo en un moño. A veces, cuando hago mucho trabajo físico, puedo pasar una semana sin cepillarlo y se mantiene bien”, afirma la mujer de 30 años.

Cambiar un estigma

Después de recibir bullying por su cabello cuando era adolescente, la confianza de Anna en sus mechones ha ayudado a mujeres de todo el mundo a querer sus canas y verlas como algo positivo.

“Ahora solo recibo cumplidos. Me siento honrada cuando las mujeres me escriben diciendo que han encontrado el coraje para encanecer gracias a mí. Me llena el corazón de felicidad”, relató.

Por último, la denominada ‘Rapunzel’ húngara sostuvo que “hay un estigma con una mujer joven que tiene canas y me encantaría ayudar a cambiar eso“.

 

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