La policía antidisturbios de Melbourne utilizó el martes espray de pimienta, porras de espuma y granadas de goma para dispersar una violenta protesta por la vacunación obligatoria contra el covid-19 para los trabajadores de la construcción.

Más de 1.000 manifestantes con botas de trabajo y chaquetas fosforecentes recorrieron el centro de la segunda ciudad más grande de Australia, encendiendo bengalas, lanzando botellas, atacando coches de policía y coreando su oposición a las vacunas y a las restricciones de cierre.

Melbourne lleva siete semanas de confinamiento estricto, mientras la ciudad lucha por frenar un brote de la variante delta que se propaga rápidamente.

Varios focos de contagios están relacionados con obras de construcción, donde se dice que las medidas de anticovid-19 son poco estrictas.

En respuesta, las autoridades impusieron medidas cada vez más duras, anulando los espacios de restauración en las construcciones, anunciando la vacunación obligatoria de los trabajadores y, más recientemente, cerrando casi todas las obras durante dos semanas.

Violenta agresión

Durante horas, los manifestantes que se oponían a las medidas se enfrentaron a la policía, ignorando los llamamientos por megáfonos para que se marcharan y la advertencia final de que “no se harían más advertencias“.

Varios periodistas fueron agredidos, entre ellos Paul Dowsley de Seven Network, quien fue golpeado en la cabeza con una lata en directo, poco después de otro incidente en el que fue rociado con orina.

Los líderes sindicales denunciaron las protestas, diciendo que habían sido secuestradas por activistas antivacunas. En los foros de las redes sociales en los que habitualmente aparecen conspiraciones antivacunas, se instó a los seguidores a asistir, a “traer amigos” y a “llevar ropa de trabajo”.