Sufrir una desilusión amorosa o la pérdida de un ser querido, puede provocarnos extrañas sensaciones físicas, cuyos orígenes no podemos explicar.

Esto deja en evidencia la conexión entre el corazón y la mente, la cual en un principio fue vista como una metáfora del amor. Sin embargo, un reciente estudio publicado por The European Heart Journal, demostró que es más que eso.

Los neurocientíficos y cardiólogos evidenciaron que aquellas personas que padecen el síndrome del corazón roto, tienen un cerebro que funciona distinto al del resto. Eso demuestra que lo que ocurre en la cabeza, puede dañar el órgano central de la circulación de la sangre.

Síndrome de Takotsubo

Cabe señalar que los especialistas han definido originalmente como el síndrome de Takotsubo, al fenómeno que ocurre después de enfrentar una experiencia de alto estrés, como la pérdida de un ser querido o una ruptura amorosa, destaca el diario electrónico The New York Times.

Específicamente, este síndrome se caracteriza por el debilitamiento repentino y una súbita inflamación del corazón, cuya forma es similar a la de una trampa para pulpos japonesa, conocida como “takotsubo”. De ahí deriva su nombre.

A nivel físico, las personas pueden experimentar dolor en el pecho, falta de aliento, ritmo cardíaco irregular, entre otros.

Contexto | Pexels
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Las mujeres corren más riesgo que los hombres de sufrirlo. De hecho, las probabilidades de que una mujer sufra el síndrome del corazón roto, son entre siete y nueve veces mayores que las de un hombre”, explica la doctora Stephanie Coulter al sitio especializado Texas Heart.

Cerebro-corazón

Considerando esos antecedentes, los científicos han propuesto que ese fenómeno está relacionado con el cerebro y el control que tienen las personas ante el estrés emocional o físico.

Para comprobarlo, reunieron a 15 voluntarios que habían sobrevivido al síndrome de Takotsubo en los últimos años y a otros 39 participantes que no lo habían padecido. “Se utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional para evaluarlos”, precisa el estudio.

De acuerdo a los resultados, las zonas del cerebro asociadas con las emociones y los sistemas nerviosos simpáticos y parasimpáticos se iluminaron de forma sincronizada en los voluntarios sanos.

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Sin embargo, en el caso de los sobrevivientes al síndrome de Takotsubo, la comunicación entre esas áreas fue relativamente escasa. “Al parecer, la calma fisiológica que debería presentarse después de un episodio de estrés tenía menos probabilidades de manifestarse“, plantearon los expertos.

“Las resonancias sugieren que el síndrome del corazón roto posiblemente comienza en el cerebro con la reacción –o reacción excesiva– ante el estrés”, explicó Christian Templin, profesor de Cardiología en el Hospital Universitario Zurich, quien dirigió el estudio.

A pesar de que los resultados generan otras dudas al respecto, evidencian claramente que nuestro cerebro y corazón están relacionados a un nivel “incluso más íntimo de lo que han pensado los científicos”.

“Nuestros hallazgos podrían representar un sustrato neurológico involucrado en el síndrome de Takotsubo y por lo tanto, reforzar el concepto actual de participación de la interacción cerebro-corazón“, concluyen.