A menudo el cine, la publicidad e incluso la literatura, muestran el sexo como un acto supremo de pasión desbordante en el que si no cumples con una serie de criterios, es probable que resulte de manera mediocre.

Pero y si fuera así ¿qué tiene de malo el ‘sexo mediocre’? ¿Es que acaso cada vez que se disfruta de un encuentro sexual este debe ser una experiencia trascendental e incomparable? Seguramente a muchos les gusta pensar así, pero es probable que la práctica diga otra cosa.

La pornografía también ha hecho lo suyo y a menudo los hombres creen que deben satisfacer por completo a sus parejas, generarles orgasmos múltiples y quedar agotados tal como muestran las películas, solo así se “aseguran” que sus parejas disfrutaron la relación sexual.

En tanto, varias mujeres sienten la presión de lucir impecables, sexys y siempre dispuestas a “pasarlo bien”, en una escala poco real de sensualidad o como si fuera un mero trámite que cumplir. Estas expectativas afectan también la relación, pues tiende a alejar a las parejas comprometidas a largo plazo, más que acercarlas.

Así lo explica el doctor Assael Romanelli, terapeuta de familia y parejas además de fundador y director de The Potential State Institute for Enriching Relationships, entidad que terapia, artes y educación para crear espacios seguros en que las personas logren conectar consigo mismas y con los demás.

Para Romanelli, el “sexo mediocre es inevitable” y no tiene por qué ser una alarma o señal de que algo no anda bien.

Tarde o temprano en cada relación, el sexo se volverá algo normal, insatisfactorio y quizás incluso decepcionante. Esto es un hecho“, señala el especialista en un artículo del portal especializado Psychology Today.

“Cuando sucede, las parejas sienten vergüenza, sienten que algo anda mal con ellos. Empiezan a culparse mutuamente, a leer libros de autoayuda, a recibir asesoramiento o abren su matrimonio a más parejas sexuales”, agrega, indicando que caen incluso en pensar que no deberían estar más juntos porque se perdió “la chispa”.

Y tal como indicábamos anteriormente, la reacción más común es evitarse y eso termina distanciando a la pareja y dando paso a nuevos problemas totalmente evitables.

“Para muchas parejas, existe una dicotomía: sexo completo (caliente) o nada. Y cuando las parejas finalmente inician el sexo, la acumulación y la presión son tan altas que las posibilidades de una experiencia máxima son bajas“, afirma.

“Este patrón se convierte en una profecía autocumplida del mal sexo y consolida la tensión y la presión en torno al sexo y, en última instancia, puede conducir a lo que se conoce como “el matrimonio hambriento de sexo”, sentencia Romanelli.

¿Qué deberíamos hacer al respecto?

Según el terapeuta, si crees que estás teniendo sexo mediocre, no debes considerarlo como una derrota en tu vida sexual, sino que apropiarte de ello y resignificarlo. Puedes llamarlo “sexo de mantenimiento” para simplemente mantener la conexión con tu pareja, aunque no sea el encuentro erótico más jugado de tu vida.

Recuerda que sea como sea, el sexo aumenta los niveles de dopamina, es saludable para aliviar tensiones y te mantendrá conectado a tu pareja. Eso sí, no confundas sexo mediocre con otras prácticas como hacerlo sin que tengas ganas o que tu pareja no cumpla con tus mínimas expectativas.

El experto también recomienda “ampliar tu definición de sexo”, conocerte a ti mismo (masturbación) y convertirte en el mejor amante que hayas tenido.

“Cuando la pareja se siente cómoda consigo misma, puede ampliar su comprensión del sexo para que sea más que una relación sexual. Masturbarse junto a su pareja se convierte en un área adicional para encontrarse con las apuestas más bajas. La masturbación mutua también puede ser una forma de conexión erótica en la que ambos miembros de la pareja practican la diferenciación sexual mientras reducen el estrés”, recomienda.

Y es que, queramos o no, el sexo es intrínsicamente una conexión con la intimidad. Cuando dejamos que nuestra pareja sea testigo de nuestra sexualidad, generamos una intimidad que involucra pasión y también un juego entre ambos.

“Cuando expandimos nuestra percepción del sexo y lo vemos como un patio de recreo para tener intimidad uno al lado del otro o entre nosotros, entonces hay mucho más allí que pueden explorar como pareja”, señala.

sexo mediocre
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Otro punto importante a destacar y que el experto también detalla, es que el coito mutuo de orgasmos no tiene que ser un punto de referencia a la hora de tener una relación sexual. No es necesario para sentirse satisfecho ni realizado sexualmente.

Si tenemos ese punto claro y ampliamos nuestra perspectiva respecto a lo que significa que seamos seres sexuales, es probable que disfrutemos mucho más de cualquier actividad sexual que tengamos aunque no hayan fuegos artificiales ni orgasmos múltiples.

La comunicación es fundamental a la hora de enfrentar el sexo mediocre. No hay nada de malo en hablarlo tal cual con tu pareja o incluso -como dice él- pueden inventar una palabra clave para llamarlo cuando tengan ganas de que suceda.

Eso puede aliviar la presión de lo que significa un encuentro sexual trascendental y simplemente dejarse llevar por lo que resulte.

El humor puede ser fundamental en estas prácticas, se debe normalizar el hecho de reírse durante el sexo y no tomarlo como una ofensa relacionada al desempeño de uno u otro, sino que entregarse con liviandad a las situaciones que ocurren durante la intimidad.

Reír durante o después del sexo le da a la pareja la vergüenza-resiliencia que tanto necesita y mantiene una connotación positiva para el sexo en la relación. Esto es crucial para las parejas que son padres con niños pequeños, ya que hallar un momento sexy y en paz es difícil y, a menudo, ocurre tarde en la noche. Por lo tanto, permanecer juguetones los ayudará a perdonarse a sí mismos y simplemente disfrutar de la conexión”, dice el terapeuta.

Por último, Romanelli recomienda que el objetivo de un “buen sexo” no tiene por qué desaparecer, sino que la forma de llegar a él debe ser menos ruda y más compasiva.

“Sigue intentándolo, reduce tus expectativas y sigue iniciando. Porque después de todo, el ‘mal sexo’ es mejor que no tener sexo. No se le llama sexo de mantenimiento por nada; ayuda a mantener una conexión vital entre las parejas”, cierra.