En la mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, la tranquila vida de los residentes de Plainfield, en Wisconsin, Estados Unidos, cambió radicalmente.
El protagonista de esta macabra historia es Ed Gein, quien nació en La Crosse el 27 de agosto de 1906, siendo criado en el lugar en donde cometió un horrendo crimen.
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El día del hecho, el asesino fue a la ferretería del pueblo porque necesitaba congelante para su camioneta, fue ahí donde conoció a Bernice Worden, viuda de 58 años y dueña del negocio.
La mujer era muy respetada por sus vecinos, siendo nombrada como ciudadana ilustre. Este honor fue recordado por el propio Ed, quien la felicitó y luego abandonó el local.
Minutos después, el hombre volvió a ingresar y le pidió ver uno de los rifles que estaba en la vitrina: Worden perdió la vida luego de recibir un impacto de bala.
Una horrenda sorpresa
Ya con el delito consumado, Gein se llevó a su casa el cadáver, lo cual no fue acusado debido a lo tranquilo del pueblo. Horas más tarde, el dueño de una estación de servicio vecina vio las luces de la ferretería encendidas, generando sus sospechas.
El temor se hizo evidente tras la llegada de la policía, la que encontró una gran mancha de sangre en la parte trasera del negocio, la que se perdía en las huellas de una camioneta.
Tras averiguaciones, los funcionarios lograron dar con el paradero de Ed, quien al ser el último cliente registrado en el libro de anotaciones del establecimiento, fue apuntado como el principal responsable.
El hallazgo no solo impactó a los investigadores, ya que Estados Unidos se conmocionó con esta historia, la cual sirvió de inspiración para varios cineastas.
Al interior de la casa del asesino, se encontró el cadáver decapitado y colgado de Bernice, con sus piernas abiertas en forma de V atadas a una viga, y completamente eviscerada (le quitaron gran parte de sus órganos).
El día siguiente del crimen, la policía hizo un inventario de lo que atesoraba el criminal. La espantosa lista, detalló Infobae, tenía desde una caja con cuatro narices, vulvas pintadas de color plateado, un cuenco para tomar la sopa confeccionado con la mitad invertida de un cráneo, nueve máscaras con piel de mujer, calaveras, cabezas humanas en una pared como trofeos de caza, entre otros.
Culpable
Al criminal solo pudieron probarle dos asesinatos, el de Worden, y el de Mary Hogan, a quien le quitó la vida el 8 de diciembre de 1954, y que se convirtió en uno de los ‘premios’ que colgó en su casa.
Con el hallazgo en su granja de Plainfiel, Gein tuvo que confesar sus fechorías.
En ese contexto reveló que esa mañana, al salir de la ferretería, vio a su madre -quien falleció doce años antes, en 1945- la que le comentó que Dios le había encomendado matar a Bernice, ya que “era una mala mujer”.
Además, reconoció que solía abrir las tumbas de mujeres recién fallecidas, para robar sus cuerpos y así confeccionar trabajos de artesanía con piel humana.
Según psiquiatras que trataron al asesino, en su infancia formó una conducta asocial, generando un enfermizo lazo con su madre, que lo llevó a cometer tan horrendas acciones.
Este caso inspiró a varios novelistas, como es el caso de Robert Bloch, quien creó en 1959 el personaje de Norman Bates en su obra Psycho, la cual se llevó un año después a la pantalla grande de la mano de Alfred Hitchcock.
En tanto, al cabo de una década, Ed fue juzgado y considerado culpable. Debido a su deteriorado estado mental, ingresó a un sanatorio, donde vivió sus últimos años.
Falleció de cáncer en 1984, a los 78 años, fue enterrado junto a su madre en el cementerio de Plainfield, lugar que no ha estado exento de problemas, ya que debido a todo el misterio que involucra este hecho, han intentado profanar su tumba con la finalidad de conseguir algún resto que pueda ser vendido en Internet, detalló El País.
