A medida que transcurre la pandemia, la insuficiencia respiratoria afecta a los enfermos por COVID-19, y los casos graves requieren ser conectados a respiradores artificiales de Unidades de Cuidados Intensivos.

Estudios recientes han demostrado, además, que los pacientes pueden generar secuelas como cicatrices, similares a las que se observan en las personas que viven con fibrosis pulmonar, lo que hace que puedan permanecer semanas e incluso meses con oxígeno domiciliario, algo que en Chile solo tiene cobertura parcial por hospitalización domiciliaria.

De acuerdo con el doctor Álvaro Undurraga, médico broncopulmonar del Instituto Nacional del Tórax y Clínica Las Condes, “el COVID-19 puede ser una gran agresión a los pulmones que puede dejar fibrosis, un tipo de cicatriz similar a cuando una persona tiene una herida, lo que le impide respirar de forma normal”.

Esta secuela puede ser leve, moderada o grave. “El paciente pudiera quedar limitado para respirar, pero no se sabe aún si va a desarrollar una fibrosis que avance con el tiempo, como lo hace una patología crónica respiratoria llamada fibrosis pulmonar idiopática (FPI) o sin causa. Es la evidencia que existe hasta ahora”, enfatiza el especialista.

Neumonía COVID
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Por su parte, el doctor Felipe Reyes, neumólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y del Instituto Nacional del Tórax, señala que “es probable que estas secuelas fibróticas se reviertan parcialmente o por completo, o queden ahí sin evolución progresiva, como lo sucedido en pacientes graves con influenza en la pandemia del 2009″.

Sin embargo, esta aseveración está en duda y es controversial en el ambiente médico. “Por ahora, parece relevante no perder los controles en el tiempo en estos pacientes y definir el comportamiento a largo plazo. Algunos estudios en curso ya están planteando usar terapia antifibrótica; pero los estudios de seguimiento actual solo nos han permitido conocer el comportamiento y seguimiento a 12 meses”, añade.

Fibrosis post COVID-19 y FPI

COVID-19 y fibrosis pulmonar producen el mismo tipo de insuficiencia respiratoria de moderada a grave, donde el paciente requiere tratamiento con oxígeno de urgencia, incluso bastante tiempo después del alta hospitalaria.

Sin embargo, a diferencia de la secuela fibrótica, que se origina como consecuencia de la inflamación que genera el virus en los pulmones, la FPI es una enfermedad respiratoria grave, permanente y progresiva, pero menos frecuente. Se estima que afecta a 200 mil personas solo en los Estados Unidos, mientras que cada año se diagnostican aproximadamente 50 mil casos nuevos en ese país.

Neumonía COVID
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Fibrosis es el término médico que designa la acumulación de tejido parecido a una cicatriz. Cuando una persona presenta FPI, el tejido pulmonar se cicatriza, engrosa y se vuelve rígido. La fibrosis pulmonar idiopática es progresiva, lo que significa que empeora con el paso del tiempo y hasta puede ser causa de muerte del paciente.

En medio de la pandemia, el doctor Undurraga indica que “un reciente estudio europeo reveló que 50% de estos pacientes con FPI que sufrieron coronavirus fallecieron. La gravedad de la neumonía por COVID-19 en pacientes que padecen FPI o alguna de las enfermedades intersticiales del pulmón es muy seria“.

Al respecto, el doctor Reyes explica que “los pulmones de una persona con fibrosis pulmonar idiopática ya están funcionando a un 30% o 50% de su capacidad. Si a eso le agregamos un contagio, que hará que sus pulmones funcionen a la mitad o un tercio, esta capacidad se verá bastante más disminuida respecto a una persona que tiene sus pulmones normales. La evolución puede ser más severa y necesitaría mayor soporte en términos de oxigenación o de ventilación mecánica”, puntualiza.

En ese sentido, el doctor Undurraga recomienda que estos pacientes se mantengan en casa para no exponerse al riesgo de contagio por COVID-19, tanto por su condición como por su edad, que generalmente viene aparejada a otras comorbilidades como diabetes o hipertensión, factores que agravan la situación.

Radio fibrosis
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Acceso a medicamentos, oxígeno y terapias complementarias

“Desde 2014 se aprobaron en el mundo dos fármacos que han demostrado hacer más lento el avance de la FPI, pirfenidona y nintedanib”, explica el doctor Matías Florenzano, también neumólogo del Instituto Nacional del Tórax.

Sin embargo, los tratamientos de esta patología son muy costosos y “no está cubierta por las leyes sanitarias chilenas, como las Garantías Explícitas en Salud (GES) o la Ley Ricarte Soto, lo que hace que sean de muy difícil acceso para los pacientes del sistema público y también privado”, agrega.

Además, la FPI habitualmente aparece en etapas avanzadas de la vida, a partir de los 50 años, cuando los pacientes ya están jubilados. Eso, en Chile, hace que el acceso a remedios, oxígeno y otras terapias dependa de las capacidades económicas de cada uno.

Patricio Zúñiga es testimonio de esta situación: fue diagnosticado en 2017 y tuvo que jubilarse de manera anticipada por la enfermedad, lo que lo llevó a vender sus bienes y requerir la ayuda familiar para acceder a los medicamentos.

Los pacientes de COVID-19 que han sufrido una insuficiencia respiratoria grave, al igual que los pacientes de FPI, están necesitando del mismo apoyo para acceder a equipos de oxígeno e insumos para su oxigenoterapia. Por lo tanto, es urgente que estos tratamientos y terapias post coronavirus y para FPI sean incluidos en las leyes que aseguren ser cubiertas por FONASA y las ISAPRES.