El miércoles 13 de mayo de 1981, es un día que marcó la historia moderna. En la plaza de San Pedro, Karol Wojtyla, conocido como Juan Pablo II, se desplomó tras recibir cuatro disparos a manos de un extremista turco.

Mehmet Ali Agca atravesó una multitud de 20.000 feligreses para acercarse a un jeep descapotable que trasladaba al Pontífice. Lo atacó con una pistola que lo hirió en el abdomen, mano izquierda y el brazo derecho.

El autor del atentado, quien en aquel entonces solo tenía 23 años, fue detenido, mientras su cómplice, Oral Celik, huyó y resultó apresado unos años más tarde en Francia por tráfico de drogas, detalló la prensa internacional.

Por varios años las razones del ataque fueron un misterio, aunque según aclaró Juan Pablo II en su último libro, Memoria e Identidad (2005), estaba casi seguro de que alguien había encargado su muerte.

Condenado a cadena perpetua por el intento de homicidio, el presidente italiano Carlo Ciampi lo indultó en 2000 con la ayuda del Papa, recordó Infobae. Posteriormente fue extraditado a Turquía, donde pasó una década tras las rejas por otros delitos.

AFP
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EFE
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Vida en libertad

Luego de su salida de la cárcel, intentó ganarse el sustento vendiendo automóviles, pero gracias a los derechos por la venta de sus libros (tales como L’attentato al papa, la mia verità o Je devais tuer le pape), pudo conseguir una estabilidad económica.

En febrero de 2020, el medio británico Daily Mail, logró encontrarse con Agca (que en la actualidad tiene 63 años), quien manifestó sentirse arrepentido de sus actos y reveló los minutos previos al atentado.

Según el hombre, la Unión Soviética estaba detrás del ataque. “Fueron ellos quienes planearon el asesinato, lo querían muerto”, recalcó.

Mehmet Ali Agca ahora vive en un tranquilo barrio de Estambul. “Es un hombre amable”, dicen sus vecinos, que destacan que alimenta a perros y gatos abandonados. “‘Los derechos de los animales son tan importantes como el de los humanos. Gasto alrededor de £ 200 al mes (202.945 pesos chilenos) manteniéndolos“, explicó.

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Historia digna de una película

Al citado medio, Agca expresó su felicidad de que Wojtyla siguiera vivo tras el impacto de bala. “El Papa se convirtió en un hermano para mí. Cuando falleció, sentí que mi hermano o mi mejor amigo habían muerto”, confesó.

“Ahora soy un buen hombre. Intento vivir mi vida correctamente. Cuando le disparé tenía 23 años, era joven e ignorante”, indicó. Además agregó que “la mayoría de los días” recordaba el día del atentado.

“Estoy planeando una película o algún tipo de documental sobre lo que sucedió. Espero que Hollywood esté interesado”, informó al diario británico.

Finalmente, en la mencionada entrevista, el musulmán admitió que pese a las prohibiciones, visitó la Santa Sede en 2014. “Regresé a Roma y estuve en el Vaticano. No se me permitía, pero entré por los bosques de Serbia, crucé la frontera hacia Hungría y luego me dirigí a Italia”, dijo.

Fui a la Plaza de San Pedro, al lugar exacto donde le disparé al Papa. Me llevé flores, rosas. Algunas personas me reconocieron, pero no hubo problemas. La policía fue muy amable conmigo”, concluyó.

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