Anne Perry es una reconocida escritora británica de novelas de detectives y de misterio, con una distinguida carrera que la llevó a ganar el premio Edgar Allan Poe en 1999, un galardón a los mejores escritores del género.

Sin embargo, tras este éxito hay una historia oscura y macabra marcada por el dolor en su infancia.

Como si de otra vida fuera, y bajo su nombre real (Juliet Hulme), la artista cometió un crimen junto a su mejor amiga, Pauline Parker, teniendo 15 y 16 años respectivamente. Un ladrillo de mil quinientos gramos, guardado en una oscura y vieja media, fue el arma con la que golpearon 45 veces a Honora, madre de la segunda.

Infancia marcada por la distancia

La escritora provenía de una familia acomodada, su padre Henry Hulme, era un prestigioso médico inglés y su madre, Hilda, una conocida consejera matrimonial, detalló Infobae.

Nació el 28 de octubre de 1938, en Blackheath, Londres, en el Reino Unido; a los 9 años fue diagnosticada con problemas respiratorios, por lo que fue enviada por sus padres al Caribe y Sudáfrica, con la esperanza de que el clima cálido le ayudara a superar la dolencia.

A los 13 años su padre se convirtió en el rector de la Universidad de Canterbury, en Christchurch, Nueva Zelanda. Esto llevó a que toda la familia se reuniera, aunque ello no alegró a Juliet, ya que sus progenitores no le prestaban atención.

Este distanciamiento tenía varias razones; por una parte, un padre trabajólico y, por la otra, una madre viviendo una intensa aventura con el ingeniero Walter Perry. Esta infidelidad fue descubierta por la propia niña, quien los vio juntos en la cama.

Esto hizo inevitable el divorcio, el cual se efectuó tres días antes del homicidio de Honora.

Un amor incondicional

En Christchurch, Juliet no solo se reencontró con su familia, ya que ahí también conoció a Pauline Parker, quien provenía de una familia de pequeños empresarios.

En la secundaria de la localidad fue el lugar en donde compartieron por primera vez, comenzando una profunda amistad a los 15 años. Debido a que las dos tenían condiciones médicas que no les permitían jugar como el resto de los adolescentes, las jóvenes se acercaron, siendo los libros y la escritura los grandes refugios.

En 1953, Juliet fue internada por tuberculosis casi cuatro meses en un sanatorio. En dicha etapa, Pauline no se separó de ella. Honora poco a poco se convirtió en testigo del origen de esta relación que iba más allá de la amistad, la cual para la madre era “perturbadora”, informó Revista Vanity Fair.

La enfermedad llevó a que los padres de Juliet tomaran la decisión de que volviera a Sudáfrica, generando un gran problema para las amigas, ya que se tendrían que separar.

Aunque por parte de los Hulme aceptaron la idea de que Pauline la acompañara, el principal problema fue Honora, quien se opuso rotundamente, siendo esto la firma de su sentencia de muerte.

Separadas de por vida

En el juicio que sucedió en agosto de 1945, las adolescentes fueron encontradas culpables, durante un extenso procedimiento que intentó aclarar si ambas padecían algún trastorno.

“Yo no sabía lo que iba a ocurrir cuando salimos hacia el parque. Pensé que la señora Parker se iba a asustar cuando viera el ladrillo y que daría permiso a Pauline para hacer el viaje conmigo. Después del primer golpe comprendí que no teníamos más remedio que matarla. Yo estaba aterrada e histérica”, indicó Juliet, recordó el citado medio.

Debido a que eran demasiado jóvenes para ser colgadas según la ley neozelandesa de la época, fueron condenadas a permanecer encarceladas a discreción del ministro de justicia.

Además, tenían que ser separadas en centros penitenciarios distintos, prohibiéndoles tener contacto alguno.

Posteriormente fueron liberadas unos cinco años después, pero por separado, con la condición de que no se volvieran a comunicar o ver, lo cual cumplieron hasta la actualidad.

De Juliet a Anne

Esta historia pudo quedar en el olvido, pero en 1994 el crimen nuevamente volvió a la luz pública. El semidesconocido (en aquel entonces) Peter Jackson, decidió llevar a la pantalla el crimen, basándose en el sumario del caso y los diarios de Pauline.

Criaturas celestiales, con Kate Winslet como Juliet y Melanie Lynskey como Pauline, generó buenas críticas de parte de los especialistas, siendo nominado al Óscar al mejor guion original.

Con todos los antecedentes y los registros, se hizo inevitable negar el pasado, pese a ello Anne fue reacia a hablar con los medios, aludiendo que todo estaba contado en su diario de vida.

Con la mayor parte de la gente tengo la sensación de tener que justificarme y finalmente no ser comprendida. Imagino que sigo estando como siempre en búsqueda de alguien a quien no tenga que explicarle quién soy, porque ya me ha comprendido”, confesó.

Además, agregó que “me llevó mucho tiempo encontrar la capacidad de reconstruirme a mí misma, el castigo fue vital porque hasta que uno no siente que saldó la deuda, no puede seguir adelante. Es como tratar de caminar con un paracaídas abierto. No puedes avanzar, no puedes permitirte a ti mismo avanzar”, fueron unas de las pocas declaraciones del tema, recordó Infobae.

Ya con 82 años, y con varios premios literarios en su vitrina como informa la prensa internacional, Anne continuó con su vida sin hijos o pareja, a 950 kilómetros de distancia de la mujer con quien tuvo una intensa amistad.