Desde que se instaló la pandemia en Chile la forma en que llevábamos nuestra vida cambió totalmente. En muchos casos, la rutina se trasladó a las cuatro paredes de nuestras casas y eso incluye las clases online de los hijos.

Y aunque para algunos el confinamiento obligado fue una oportunidad para reconectar con la familia, la verdad es que en la mayoría de los casos agregó una cuota importante de estrés al día a día.

Madres y padres han tenido que improvisar una oficina en sus casas o buscar otras formas de ganarse la vida en medio de la grave crisis económica que ha dejado la pandemia y, además, estar pendientes que sus hijos se conecten a Internet (en el caso de tener los recursos) en el horario dictado por las escuelas y cumplan con sus deberes tal como si estuvieran yendo a clases presenciales.

El tema es que evidentemente no es fácil y ha representado un desafío tanto para las familias como para los y las profesoras.

En este contexto, BioBioChile conversó con tres maestras -del sistema público y privado- quienes manifestaron cuáles son los ‘errores’ más recurrentes entre los apoderados durante -y después de- las clases online de sus hijos.

No se trata de condenar a aquellos apoderados que, muchas veces desesperados y superados por el estrés, se comportan de forma irrespetuosa y/o violenta con sus hijos y profesores, sino que puede funcionar como un llamado de atención a mejorar tales dinámicas.

1.- Interrumpen las clases “a garabato limpio”

Una de las profesoras consultadas trabaja en un liceo municipal y tanto su rutina como la de sus alumnos comienza en la mañana. Y en esas horas de trabajo, ha tenido que presenciar más de un hecho violento.

Una de las cosas que más se resiente de los apoderados, es cuando se ponen a gritar a garabato limpio o a retar al hermano chico (del alumno). Entonces, los chicos tienden a apagar el micrófono y la cámara”, comenta ella.

Lo anterior claramente afecta el aprendizaje del estudiante ya que corta el hilo conductor del mismo.

Otra docente de un colegio particular de la región del Bío Bío, agrega: “De repente, algún alumno ha encendido el micrófono después de llamarlo a dar una respuesta y se escuchan garabatos de los padres como: ‘Te estoy diciendo hueón’ y otros que no se pueden repetir. Se avergüenzan y se salen de golpe. Y como los otros niños se quedan sorprendidos, comentando, tenemos que decirles ‘chiquillos, no importa. No pasa nada. Ya, sigamos””.

Como consejo, la maestra del sistema público dice: “Que los apoderados le brinden a los chicos un espacio de privacidad, de un poco más de silencio. En pocas palabras: que se ubiquen un poquito cuando los chicos están en clases”.

2.- Les hacen los ejercicios o la tarea a los hijos

Esto ha pasado siempre y, al parecer, en contexto de pandemia y clases online, sigue pasando.

Y es que todo profesor o profesora conoce a sus alumnos y sus habilidades, por lo que claramente se dan cuenta cuando una tarea o un trabajo no está realizado por ellos mismos sino que por los padres o apoderados.

Hay alumnos que escriben mal y de repente unas respuestas maravillosas. Se nota que las mamás les hacen las tareas y descaradamente mienten“, aseguran.

“De repente un alumno tiene que entregar una actividad que incluye cortar y pegar imágenes de Internet y se frustran porque no les resulta. Te dicen: ‘No puedo, profe. No me resulta’. De repente, se desconectan, lo cual es comprensible cuando se corta la luz u otro problema. Pero, minutos después, se conectan con la tarea y bueno… Las imágenes que no podían hacer, hasta con marco decorativo y todo. No, pues. No se trata de hacerles las actividades”.

3.- Insultos por correo electrónico

Una de las entrevistadas indica que ha a través de correos electrónicos ha recibido fuertes reproches, insultos y llamados de atención de parte de apoderados que no están de acuerdo con su método de enseñanza o simplemente porque les exige a sus hijos cumplir con ciertos plazos para las tareas.

No me parece correcto que presiones a mi hijo, ni le fijes plazos de entrega. ¿No ves que está estresado? Eres una desconsiderada”, dicen algunos correos.

Ella entiende que la reacción puede ser comprensible si se considera la ansiedad y el estrés que viven muchas familias, sin embargo, cuando los mensajes son claramente groseros o con amenazas, la situación cambia.

Cuando esto sucede, no nos queda más que derivar lo que ocurre a instancias superiores de nuestro establecimiento y enfocarnos en el aprendizaje del alumno, que es a quien nos debemos”, dicen.

Cabe señalar que además de estas situaciones cotidianas, la pandemia ha provocado un problema realmente grave en el sistema educacional y los niños, niñas y adolescentes, ya que la deserción escolar ha sido catastrófica.

“Las estimaciones del Ministerio de Educación son que como consecuencia de todo esto podrían incorporarse 80 mil nuevos niños y jóvenes a las tasas de deserción y eso evidentemente son números muy altos”, comentó en su minuto el ministro de Educación Raúl Figueroa.