Gran consternación en Estados Unidos ha generado el caso de Chantee Mack, una funcionaria de la salud que falleció por COVID-19, luego que le negaran hacer teletrabajo.

La mujer de 44 años, realizaba funciones administrativas en el Departamento de Salud del condado Prince George, según consigna el diario electrónico The News Tribune.

Mack se desempeñaba en el programa de enfermedades de transmisión sexual del condado, y su función consistía en informar a las personas los resultados de sus exámenes.

A pesar de que no trabajó en el área de COVID-19, estuvo entre los 100 empleados considerados esenciales durante la pandemia en el departamento de salud.

En este contexto, en marzo pasado, el sindicato envió un correo solicitando que los funcionarios deberían ser evaluados para hacer teletrabajo.

En cuestión de días, Mack pidió trabajar desde casa, pero la gerencia rechazó su solicitud argumentando que sólo los mayores de 65 años podrían optar a esa modalidad.

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Presentaba un factor de riesgo

Mack tenía un factor de riesgo clave de COVID-19, ya que sufría de obesidad. “Ella era una profesional dedicada a la salud pública que marcó la diferencia en la salud y el bienestar de la localidad”, expresaron desde el sindicato.

Con el transcurso de los meses, el coronavirus infectó al menos a 20 empleados del centro de salud, entre ellas Mack.

Tras recibir el diagnóstico, la mujer permaneció conectada a un respirador por cuatro semanas e incluso debieron hacerle transfusiones de sangre. Días después, comenzaron a fallarle los riñones y más tarde sufrió una hemorragia cerebral.

La muerte de Mack se produjo el pasado 11 de mayo generando gran consternación en el recinto de salud. A raíz de su deceso, los líderes sindicales dijeron que el departamento ha intensificado los resguardos ante posibles contagios de COVID-19.