Un estudio realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la U. de Buenos Aires indicó que al menos un 51% de las personas creyó haberse contagiado de la pandemia COVID-19.

En tanto, un 60% creyó que su salud mental se deterioró durante las cuarentenas. ¿A qué se deberían estos resultados?

El psicólogo Fernando Marchant, de Vidaintegra, respondió a Página 7 que esto se explica por la somatización, es decir, cuando existe “algún conflicto de orden mental, a nivel emocional o de los pensamientos no elaborados, estos pueden expresarse en el plano físico de la persona”.

Incluso puede ocurrir por causas o estímulos externos que afectan de “manera inconsciente y que pasa a manifestarse en algún cuadro físico del individuo”, señaló Marchant.

Además, que estos estímulos nos afecten dependerá de “factores personales, educacionales, culturales, como también de nuestra personalidad, en el cómo procesamos dicha realidad, así influirá en la toma de decisiones, en la resolución de problemas y en nuestro comportamiento”, explicó el psicólogo.

¿Por qué pensamos que tenemos COVID-19 cuando no era así?

Según Marchant, esto se explicaría porque algunas personas “presentan sentimientos de vacío y temor a la soledad, con miedos a la separación o a la muerte“, así como a personas que “son más sugestionables“.

Además, la gran cantidad de información que circula en torno a la enfermedad, como el gran rango de síntomas y signos, las altas cifras de contagiados y casos de fallecidos, hizo que las personas sintieran un mayor estrés, depresión y ansiedad, lo que “aumentó la somatización en muchas personas”, dijo Marchant.

Y agregó: “Al acercarse al invierno, con las enfermedades respiratorias propias de la estación, hace que sea más fácil pensar en un contagio (…) Finalmente, cuando la enfermedad se expresó de manera asintomática, ayudó también a alimentar la falsa creencia o a pensar en la posibilidad de tenerla”.

Un consejo: reconectar con la fuerza interior

Si bien el confinamiento social puede ayudar a bajarnos en ánimo o alimentar ideas de miedo/temor al contagio, es nuestra oportunidad de “reconectar con nuestra fortaleza interior“.

“Es verdad que puede haber dolor y penas, pero esas lágrimas ayudan a limpiar lo que no podíamos ver con claridad, sólo así la percepción se agudiza y puedes volver a la acción con más fuerza y valor, se puede lograr ampliar la mirada, ver con más claridad lo que tienes que realizar”, señaló Marchant.

Esto nos ayudará a retomar el control y valorar el auto-cuidado psicológico, es decir, recobrar la “sensación de seguridad” y “alejarse de la sobreinformación, esto ayudará a alejar el temor al contagio”.

Es claro que el lado opuesto siempre existe en la mente, aprovechemos entonces de quedarnos del lado de la fuerza…“, aseguró Marchant.

Y para concluir dijo: “En la vida, la curación de cualquier dolencia física o mental pasa por diferentes ‘colores. Primero aparece lo negro: lo terrible, la muerte; luego desaparece y transita de lo rojo a rosado: la sangre, lo vital palpitando; para finalmente, al acercarse a la salud, todo vuelve a lo blanco y sano… Es un proceso natural, y siempre ha sido así”.