Muchas veces se ha dicho que los guantes desechables no servirían para protegernos contra el contagio a COVID-19. De hecho, podría incrementar el riesgo de infección.

Aunque utilizarlos parece una forma lógica de prevención pues no solo se trasmite por gotas en el aire, también se puede contagiar con el tacto, al tocar superficies contaminadas con patógenos que pasan a las manos, de las manos a la cara, y así el virus entra a la nariz, ojos o boca.

De acuerdo a BBCL, si bien los médicos cirujanos y otros funcionarios de la salud utilizan guantes desechables, solo sirven para proteger las manos de la contaminación de líquidos espesos -como la sangre y otros fluidos corporales- y de bacterias y virus por un tiempo corto.

Esto, porque el material que compone a este tipo de guantes es poroso, por lo tanto, mientras más tiempo se usen, más fácil será para los patógenos “romper” esta “capa protectora”. Por ello, el personal médico después de utilizarlos igualmente se lava y desinfecta cuidadosamente las manos.

De ninguna manera, ocupar guantes desechables reemplaza las reglas de higiene posterior.

Debajo del guante, las bacterias se multiplican felizmente en el ambiente caliente y húmedo. Y después de quitárselos, sin desinfectarse, uno tiene aguas negras en sus manos. ¡Felicidades!”, escribió en sus redes sociales el médico alemán Hanefeld.

De acuerdo al neumólogo e internista Jens Mathews, los guantes son un “catalizador de gérmenes” para el coronavirus, que en poco tiempo acumulan más bacterias que una mano recién lavada.

Si bien los especialistas no recomiendan utilizar guantes desechables, en caso de que lo hagas, debes eliminarlos de inmediato -igual que las mascarillas- en una bolsa bien cerrada.