Ni la pandemia mundial, ni el cierre de fronteras, ni la cuarentena impedirá que esta pareja de octogenarios abuelitos se separe.

La historia es de Inga Rasmussen (85) y Karsten Tüchsen Hansen (89), quienes todos los días caminan hacia la cerca que delimita las fronteras entre Alemania y Dinamarca. Inga se sienta en el lado danés y Karsten en el lado alemán. Aquí se instalan a conversar mientras comen un paquete de galletas con unas tazas de café.

Según consigna el portal DW, se conocieron por casualidad el año pasado y desde entonces decidieron reunirse todos los días.

Sin embargo, la llegada del coronavirus a Europa hizo que sus citas diarias se vieran interrumpidas por un tiempo. Aunque luego acordaron tener sus tardes de café en la frontera Aventoft, que está aproximadamente a 20 minutos en auto de cada ciudad.

Es así como todas las tardes, Hansen se sube a su bicicleta eléctrica y Rasmussen conduce en su auto hasta el cerco fronterizo. Ponen sus galletas y café en una losa de concreto entre ellos y se sientan uno frente al otro a conversar, compartir comida y a agradecerle al Geele Köm (un espíritu de la región).

Todo bastante normal, excepto que los protocolos por coronavirus no permiten que se abracen. “Es triste, pero no podemos cambiarlo“, comentó Rasmussen a DW.