El descenso en el deseo sexual es algo que puede ser normal en ciertos periodos de la vida, ya sea por factores externos/internos (experiencias personales o incluso biológicos, sin embargo, cuando no se le encuentra explicación y está afectando la vida en pareja, debe ser escuchado.

En este contexto, son muchas personas, sobre todo mujeres (por la cultura machista) las que se culpan por su falta de interés o deseo sexual, y asumen que algo está intrínsicamente “mal” con ellas, sin embargo, en muchos casos, el deseo sexual sigue ahí presente pero solo se “escondió” por diversas razones.

Para ayudar a dilucidar algunas de estas razones, la investigadora y doctora en sexualidad humana Sarah Hunter Murray, describió al menos cinco factores que suelen ser los más comunes frente a este tópico, aclarando que de ninguna forma son los únicos, pues cada persona es un mundo diferente.

Aun así, en este listado compartido por el portal especializado Psychology Today, Murray no solo enumera estos motivos sino que también los acompaña con una posible “solución”.

1.- Tu pareja quiere más sexo que tú

Esto no debería ser un problema, al menos si se respetan las individualidades y la forma que tiene cada uno de vivir el sexo. Ahora bien, si se transforma en un problema que tu pareja quiera tener sexo todos los días, por ejemplo, y a ti te baste con una vez por semana o dos veces al mes, hay que conversarlo.

Muchas personas, sobre todo las que tienen menos deseo, asumen que el interés sexual de su pareja es lo normal y que ellas están en problemas, y no hacen la lectura inversa “¿Por qué mi pareja quiere tanto sexo?”.

“El término “discrepancia de deseo” describe un escenario en el que dos personas en una relación tienen diferentes niveles de deseo sexual (…) pero estas discrepancias de deseo no significan que una persona tenga la cantidad “correcta” de deseo sexual. En otras palabras, el objetivo no es lograr que el socio que desea menos satisfaga las necesidades del socio que desea más”, advierte la experta, indicando que lo recomendable, como en cualquier negociación, es descubrir un punto medio.

Prueba esto: Pregúntate: “Si mi pareja no quisiera tener sexo con tanta frecuencia, ¿me preocuparía mi nivel de interés en el sexo?” y “¿He tenido parejas anteriores que no querían tener relaciones sexuales con tanta frecuencia como mi pareja actual, por lo que nunca pensé mucho en mi falta de interés?”. Murray señala que “dependiendo de sus respuestas, puede ser útil conversar con la pareja sobre la frecuencia sexual“, insistiendo en que “tener un deseo más bajo que el de su pareja no significa que algo esté “mal” contigo, pero sí significa que tú y tu pareja tienen que negociar”.

revivir la vida sexual de la pareja
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2. No se da el tiempo suficiente para “entrar en onda”.

La experta en sexualidad señala que son varias las investigaciones que sugieren que en el caso de las mujeres, éstas no suelen experimentar un deseo sexual repentino, sino que son más bien receptivas y les toma un poco más de tiempo para entrar en la “onda” del sexo.

Y no habla solo de la “previa” donde surgen distintos juegos sexuales, sino que va más allá. Muchas personas necesitan incluso un gesto romántico antes, alguna salida, mensajes coquetos al celular, una conversación sexy, etc.

Son varias las personas, mayormente mujeres, las que le dicen no al sexo principalmente porque su pareja las aborda de una manera inesperada y quieren todo rápido. Y como no se sienten “sexuales” en ese momento exacto, tienden a pensar que no les interesa el sexo, pero la verdad es que es la forma el problema.

Prueba esto: Murray aconseja que “si tu pareja sugiere tener relaciones sexuales, tómate un momento para pensarlo, en lugar de rechazarlo de inmediato. Si el momento no es el correcto, o si no estás de humor, di algo como ‘No en este momento, pero déjame ver si puedo encenderlo’ o ‘No estaba pensando en sexo ahora’. , pero cenemos, miremos una película, salgamos a caminar y veamos cómo se desarrollan las cosas’. Necesitar tiempo para entrar  en la onda sexual para tener relaciones no significa que tu deseo sea bajo o problemático, sino que debe considerarse como parte de la ecuación sexual“.

3.- No sabes lo que te gusta

Es muy importante, sobre todo a una edad más madura o en la que ya has experimentado distintos encuentros sexuales, saber qué es lo que nos gusta. Pues mucho de las frustraciones a la hora de tener sexo es no saberlo o, incluso, no saber expresarlo.

Es como cuando te preguntan qué quieres comer y dices ‘no sé’, y luego cuando te sirven un plato X de comida, te das cuenta que en realidad no era lo que querías. La académica pregunta:  “¿No sería mejor si dijeras: ‘Me gusta el pollo parmesano, podrías hacer  eso’?“.

Prueba esto: “No es fácil saber qué queremos sexualmente, especialmente si no lo hemos pensado antes. Pero un buen lugar para comenzar es al principio: piense en sus primeras experiencias en el sexo con su pareja. Tal vez te gustó cuando solían besarse en el sofá toda la noche. Intenta eso nuevamente y vean si todavía se siente bien. O ve un paso más allá para considerar experiencias nuevas, pregúntate ¿por qué no? o ¿qué podría ser mejor?”, aconseja.

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Maud Chalard (cc) | Flickr

4.- Sabes lo que te gusta; simplemente no sabes cómo pedirlo o crees que tu pareja debería saberlo.

Uno de los errores más comunes en las parejas es imaginar el sexo como aparece en las películas, advierte la doctora en sexualidad, pues esos “dos amantes perfectamente conectados que saben exactamente cuándo y dónde deben tener relaciones sexuales y cómo tocarse y complacerse, y luego llegan al clímax de forma simultánea y mutuamente placentera”, es fantasía pura.

La vida real no es así. A veces nos aburrimos de una posición que antes funcionaba de maravillas o hay días en que nos cuesta más “encendernos” o llegar al clímax. A veces queremos varios juegos previos y otras veces solo queremos ir directo al grano. Todo pasa por conversarlo, entenderse y dejarse llevar, salga como salga.

El sexo puede  tener distintas aristas y lo principal es que comuniquemos nuestras necesidades y preferencias constantemente, entendiendo que éstas pueden cambiar. Lo anterior es crítico para la satisfacción sexual, comenta Murray.

Muchas personas pueden sentirse incómodas diciéndole a sus parejas lo que quieren, ya sea porque creen que pueden herir sus  sentimientos o porque simplemente deberían saberlo, lo que no es cierto.

Si en algún nivel crees que tu pareja debería ser más responsable de tu placer sexual que tú mismo, entonces estás desempeñando un papel  pasivo en el sexo y es menos probable que disfrutes el proceso. Recuerda que tu pareja no puede saber lo que está sucediendo en tu cabeza”, agrega la especialista.

Prueba esto: Si algo te gusta, si algo no te gusta o no se siente bien, dilo. Lo más recomendable es de manera explícita, pues entendemos que existe confianza en la pareja para hablar de aquellos temas. A veces los gemidos o los mensajes no verbales suelen confundirse o enviar señales equivocadas.

Pexels (cc)
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5.- Te enseñaron que las mujeres no deberían disfrutar del sexo

Puede sonar como algo casi ‘arcaico’ pero la verdad es que muchas mujeres crecieron con esta idea en la cabeza, traspasada de generación en generación. Desde adolescentes se les dice que no deberían abrazar su sexualidad, pues podrían quedar embarazadas y si es así, se llevarían “la peor parte”. Eso sin mencionar que una mujer que disfruta libremente su sexualidad eran tachadas de promiscuas o incluso de prostitutas.

Ya más grandes, hay quienes entran en una relación y allí vuelcan todas esas trancas que a veces afecta el deseo sexual, pues se espera que seas una persona sexualmente responsable y segura de sí misma, mientras tú puedes estar sintiendo hasta culpa. Entonces ¿cómo haces esa transición? 

Prueba esto: Murray aconseja: “Reflexiona sobre los mensajes que recibiste anteriormente en la vida sobre el sexo. ¿Te enseñaron que a las “chicas buenas” no les gusta el sexo? ¿Te enseñaron algo sobre sexo o fue un tema tabú? Considera el impacto que estos mensajes podrían haber tenido en ti y si aún podrían afectarte. Abandonar esos mensajes no es fácil, pero identificar de dónde provienen y qué piensas sobre ellos actualmente, es un buen lugar para comenzar“.

Cabe señalar que la experiencia sexual de cada persona es única y no existe una sola forma de aumentar el deseo sexual. Se pueden intentar estas u otras técnicas, pero a veces es recomendable ir más allá y tratarte con un especialista porque puede ser señal de algo más profundo.