En redes sociales regularmente es posible ver historias de distintas personas que logran cambios extraordinarios en su vida, luego de bajar drásticamente de peso.

Generalmente, esto pasa por una mala alimentación, y eso fue justamente lo que le ocurrió al doctor Kevin Gendreau. Claro que el origen de su obesidad respondía a un problema mucho más profundo.

Cuando tenía 17 años, su papá falleció luego de padecer un cáncer terminal. En medio de esta devastadora noticia, y por el estrés que produjo todo el proceso, Kevin comenzó a liberar su tristeza a través de la comida.

“Básicamente comencé a anestesiarme mediante azúcar y carbohidratos procesados. Eran como un antidepresivo para mí, porque al fin y al cabo, cuando ingieres comida basura tu cerebro libera dopamina y aumenta la serotonina, hormonas que sirven para sentirte bien”, expresó el joven en conversación con el portal Best Life.

En paralelo, y tras salir del colegio, el estudiante ingresó a la escuela de medicina de su natal Fall River, Massachusetts, en Estados Unidos. De ahí logró graduarse de doctor, sin dejar su ‘dieta’ alta en azúcares y grasas saturadas.

Esto le provocó a su corta edad un diagnóstico de presión arterial alta, hipertensión, colesterol alto, una enfermedad del hígado y apnea del sueño entre otras cosas. Fue así como llegó a pesar 138 kilos, que fue el resultado de su adicción a la comida.

“No estaba contento en mi propia piel, me odiaba y eso me incapacitaba para tener citas, hasta que no bajé de peso no conseguí aceptarme y derribar el muro que había creado”, agregó Kevin, quien en 2016 recibió un duro golpe que le hizo cuestionar toda su vida.

A su hermana le diagnosticaron cáncer de ovario con metástasis, así que mientras ella luchaba por sanarse de su enfermedad; paradójicamente Kevin seguía ‘matándose’ por dentro con todo lo que comía. En 2017 vino el golpe final, su hermana falleció y su vida nuevamente le puso en frente una dura prueba.

Claro que esta vez la solución no era comer, si no todo lo contrario, perder peso y volver a tener un cuerpo sano. Esto no tan solo lo hizo por él, ya que al perder a su madre, sus dos sobrinos de seis y dos años quedaron a su cuidado.

Fue así como dejó la comida chatarra de lado, para dar paso a un plan de alimentación rico en frutas, verduras, frutos secos y proteínas. Comenzó a ver cada plato que comía, y dejó los azúcares.

¿Resultado? El sobrepeso desapareció y pasó de 138 kilos a 82, que es lo acorde a su altura. Sus exámenes comenzaron a arrojar buenos resultados, y mejor aún, su ánimo llegó a niveles insospechados.

“Cuando luchas con una adicción, es muy difícil salir de ese ciclo. El mejor consejo que puedo dar es encontrar una motivación para cambiar. Para mí, fue mi hermana enfermarse y necesitar estar allí para sus hijos, pero podría ser cualquier cosa. Una vez que encuentres esa razón y te comprometas, ya no puedes volver a mirar atrás”, cerró Kevin Gendreau, que se ha convertido en todo un ejemplo en redes sociales.