Este miércoles se cumple la quinta noche de toque de queda en el país, tras declararse estado de emergencia, debido a las manifestaciones que se han registrado a lo largo del país.

Para muchos, la medida trajo recuerdos de la dictadura militar. Recordemos que el último toque de queda -exceptuando el que se produjo tras el terremoto del 27F- se produjo en 1987, sin embargo, muchos se enfrentan por primera vez a este complejo escenario.

¿Cómo afecta esta medida en la salud mental de la población? “Afecta a las personas de diversas maneras, dependiendo de aspectos individuales y relacionales. Lo que ocurre en un toque de queda es que es una situación nueva, no familiar para un gran número de la población chilena“, explica a Página 7 Luis Pino, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de las Américas.

Respecto a los síntomas en los cuales podría traducirse un toque de queda, Pino explica que “los efectos están asociados a sintomatología ansiosa, como lo es dificultades para conciliar el sueño, pensamientos de índole fatalistas, irritabilidad, dificultad en la concentración, dificultades interpersonales, ansiedad aguda, crisis de pánico, etc.“, comenta, aclarando que va a depender de lo traumático que haya resultado una experiencia anterior, si es que la hubo.

¿Qué ocurre con aquellos que viven un toque de queda por primera vez? “Podemos encontrar con algunas dificultades adaptativas, porque la persona va a tener que adaptarse a esta condición nueva, en la cual la sensación de libertad, de pasear por ciertos lugares, va a ser coartada o restringida. Esto implicará una sensación de inseguridad, que no hay control del ambiente inmediato, ni de ti mismo, también va a ir generando una serie de otras sintomatologías de índole cognitiva, sensación de indefensión y de desesperanza, también sintomatología ansiógena, etc.”, indicó el especialista.

Adaptación en adultos y niños

¿Cómo podemos adaptarnos a este cambio? “Va a significar un gran gasto energético, a nivel cognitivo y fisiológico, por lo tanto estrés, que va a conllevar a un agotamiento, una disminución de las respuestas cognitivas”, explicó el académico.

Asimismo, agregó que “de acuerdo a las capacidades de adaptarse de cada individuo y el grado de control que la persona tenga sobre su ambiente, van a surgir algunos elementos de índole ansiógena, deseos de libertad, aburrimiento, irritabilidad, impulsividad, y pensamientos fatalistas, asociados a la situación que produce el encierro“, comentó Pino.

El experto, además, entregó algunas claves para poder sobrellevar este hecho lo mejor posible, aclarando que conversar del tema, sin polarizarlo, es una de las mejores medidas. “Lo central es el apoyo social, es decir, apoyo familiar, contención, ser creativo e innovador con el otro”, indicó.

Por último, el docente explicó qué se puede hacer con los niños en este casos. “Para el caso de niñas y niños, realizar actividades distintas y anexas, que impliquen mejorar el vínculo, y a partir de ahí se va fortaleciendo, por ejemplo, el diálogo, la escucha, la conversación, la contención y de paso se va explicando, desarrollando herramientas para poder enfrentar esta situación, usándola como experiencia de aprendizaje”, cerró el académico de la Universidad de Las Américas.