Kilométricas figuras ancestrales en el desierto al sur de Perú, que sólo se pueden apreciar en su totalidad desde vista aérea. Las líneas de Nazca han sido investigadas por años y se han posicionado como uno de los grandes misterios contemporáneos en relación a los pueblos precolombinos.

Los geoglifos que forman estas líneas fueron originadas entre 400 a.c y 1000 a.c y su superficie se extiende por 450 kilómetros cuadrados, conformada por más de 300 dibujos. Aparentemente, estas configuraciones simbólicas representaban fauna y flora local. Sin embargo, recientemente se descubrió que las principales siluetas no eran lo que parecían.

Según lo develado por la revista Journal of Archaeological Science: Reports, la famosa figura considerada como un colibrí, en realidad se trataba de un ermitaño. Asimismo, tanto esta última como los pelícanos, no serían de la zona de origen, por lo cual podrían ser catalogados como exóticos.

“Hasta ahora, las aves en estos dibujos han sido identificadas con base en impresiones generales o algunos rasgos morfológicos presentes en cada figura. Observamos de cerca las formas y tamaños relativos de los picos, cabezas, cuellos, cuerpos, alas, colas y patas y los comparamos con los de las aves contemporáneas en Perú”, explicó Masaki Eda, experto de la Universidad de Hokkaido.

Por su parte, otras siluetas existentes como cóndores o flamencos fueron declaradas, de momento, como no identificadas, debido a que aún no se ha logrado recabar suficiente evidencia que respalde su clasificación. Por otro lado, tampoco se han identificado los rasgos necesarios como para determinar su asociación con otra especie.

“La gente de Nazca que trazó las figuras pudo haber visto pelícanos mientras recolectaba comida en la costa. Nuestros hallazgos muestran que dibujaron aves exóticas, no aves locales, y esto podría ser una pista de por qué las dibujaron en primer lugar”, sostuvo Masaki en relación al origen de estas enigmáticas figuras.

Cabe señalar que estos geoglifos fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1994, debido a su gran relevancia cultural. Sin embargo, han sufrido daños en varias ocasiones. La última fue en 2018, cuando un camión entro a la zona arqueológica, dejando huella en tres figuras.