Fue en junio pasado que Ignacio Gutiérrez debió someterse a una cirugía por una diástasis abdominal y una hernia, que se produjeron por una lesión que no cuidó en su momento.

Esto surgió en enero pasado, cuando el animador sintió un dolor mientras practicaba yoga. Al momento de realizar la postura de la araña (estirarse hacia atrás) sintió un tirón en el abdomen. Como no se lo revisó, se fue agravando con el tiempo.

El problema mayor fue que un mes después se le generó algo extraño en su piel: “Me salió una especie de bolita arriba del ombligo, pero me hice el tonto por el tema del COVID y no fui al médico. Después de esa bolita empezó a crecer y en un minuto, ya en junio, me miré y tenía que ir al doctor porque era como una pelota de ping pong”, dijo en conversación con el diario Las Últimas Noticias.

Nacho confesó que incluso no podía ponerse una polera, ya que esa ‘pelota’ “era como un alien”. Tras ir a revisarse, fue que le diagnosticaron la diástasis (que provoca que el ‘six pack’ se empieza a separar) y una hernia, por lo que debía ingresar al quirófano de inmediato.

Si bien todo fue un éxito, ahora Ignacio debió someterse a una dieta liviana, donde las sopas se convirtieron en el aliado más importante del animador.

En las primeras tres semanas solo tomó sopas, pero al querer probar otros alimentos, experimentó los dolores: “Intenté comer carne pero me sentí muy mal, extremadamente mal. Tampoco puedo comer arroz, ni papa, ni legumbres, nada que produzca hinchazón. Ni lechuga puedo comer porque porque a mí me hincha”.

Fue así como volvió a la dieta en base a sopas: “Es lo único que no me genera distensión en la parte abdominal, así que como sopa de zapallo, de palmito, de palta, que nunca se me había ocurrido. He bajado ocho kilos”.

De todas formas, Gutiérrez espera poder comer algo sólido, al menos en las próximas Fiestas Patrias: “Ojalá pueda comerme un bistec para el 18 de septiembre”, bromeó.