“Fue un desafío para mí. Es una competencia conmigo mismo”, dice Sebastián Molina, quien interpreta al cantante guatemalteco Ricardo Arjona, en el programa Yo Soy de Chilevisión, que busca coronar al mejor imitador del país, en su tercera temporada.

Y va por buen camino, ya que se encuentra dentro de la recta final del programa, la cual arranca el próximo lunes, con capítulos de estreno. Además, de acuerdo a las redes sociales, se perfila como uno de los posibles finalistas del espacio de talentos.

Y credenciales le sobran al participante argentino, ya que en 2016 obtuvo el primer lugar en la versión peruana de Yo Soy, y también registra participaciones en Colombia, con su imitación, aunque admite que la competencia en Chile tiene un sabor especial: “Fue reencontrarme otra vez conmigo”, cuenta Molina a Página 7.

Desde pequeño que Sebastián escucha las canciones de Arjona. “Mi vieja escuchaba sus discos y también se escuchaba mucho en mi pueblo, así que la admiración viene por ahí. Siempre sentí cariño por Ricardo”, manifiesta el trasandino, quien va a cumplir 10 años imitándolo.

Al principio no fue una imitación, era una especie de juego, algo más lúdico. Arranqué de cara dura y a los dos o tres años me metí a teatro para perfeccionar algunas cosas. Después estudié una carrera de canto, pero no terminé”, confiesa, ya que emigró a Perú para participar del programa en el cual triunfaría.

“Fue como ir trabajando de manera experimental, jugando, agarrando herramientas. Intento no ser Ricardo al 100%, sino desde mi fanatismo contar lo que dice Ricardo. Ahora, la exigencia del programa es que te parezcas y que estés al borde de la imitación perfecta, pero nunca busqué eso“, relata a nuestro medio.

En el baño de un karaoke…

Sebastián recuerda que la primera vez se subió a un escenario, interpretando un tema de Arjona fue por allá por 2008 o 2009. “Fui un día a tomarme unas cervezas con unos amigos a un karaoke. Canté tres o cuatro canciones y gané el concurso”, comenta sobre su primera victoria.

Después, un borracho en el baño me dijo que me dedicara a hacer un tributo y creo que le hice caso. Fue una locura. Después me topaba con gente que me decía eso. Esa noche fue un punto cúlmine. Ahí dije ‘guau, qué lindo sería hacerlo'”, afirma, aunque sus estudios lo impidieron, al menos de momento.

“Estaba estudiando en esa época y quedó un par de años congelado el asunto y un día me decidí”. Y claro, actualmente se dedica 100% a rendirle tributo al artista centroamericano, al mismo que conoció en un bar en Argentina.

“Fui al baño y miré a un costado y había un grupito de gente y ahí estaba Ricardo. Yo andaba con un regalito, porque creía que me lo iba a cruzar. No me dejaban verlo, hasta que él se acerca y le pude dar el regalo y una carta“, cuenta Molina, que en el último ha trabajado en su propio material.

Me agarró un poco el bicho de explorar, de escribir cosas, tengo más o menos 10 o 15 maquetas musicales, pero están en back up, para cuando tenga más tranquilidad económica y más organización. Esa es la idea”, asevera.

Por último, abordó cuáles serían los ritmos que le gustaría abarcar con sus creaciones. “No sé qué va a salir del menjunje en mi cabeza, aunque no quiero casarme con un estilo. Me gusta mucho Mon Laferte, me parece que la clave mía va por ahí, en donde tiene una ‘especie’ de cumbia, una ‘especie’ de tango, pero que en sí, mantiene un ADN”, sentencia Molina.