Fue a mediados de agosto que Macarena ‘Maquinita’ Orellana inició una campaña en redes sociales con el objetivo de reunir fondos que le permitieran asistir al mundial de kickboxing en Egipto, a desarrollarse en octubre.

Fue en este contexto que Andrónico Luksic le ofreció su ayuda para que pudiera cumplir el sueño de pisar suelo africano para representar a Chile en el certamen planetario de artes marciales. No obstante, ella públicamente rechazó el ofrecimiento.

“Andrónico, no confío en tu filantropía”, dijo Orellana, acusando también al empresario nacional de “utilizar mi necesidad económica para limpiar tu imagen”.

¿Qué pasó finalmente con la ‘Maquinita’? ¿Pudo llegar a Egipto? En Página 7 nos comunicamos la deportista, quien afortunadamente se encuentra en dicho país, para saltar al cuadrilátero.

“Llegamos 27 personas: 23 atletas y cuatro integrantes del equipo técnico”, comienza explicando Orellana, quien comenta que la ayuda de la gente fue fundamental para poder arribar al mundial.

“Pude venir con mi preparador físico, pagar el viaje de él y el mío, y también pude aportar con un monto para la selección, ya que llegó más apoyo del que necesitaba. Pude distribuir ese dinero a distintas personas de la selección, a un fondo común que ha ayudado a pagar diversos gastos”, sostiene a nuestro medio.

Respecto a por qué tomó tanta fuerza la campaña que inició, Orellana, quien también es profesora de historia, manifiesta que “muchas personas se vieron representadas en esa rabia de ver que esas personas que tienen tanto dinero van y ofrecen un poco lo que les sobra. Mucha gente se sintió identificada con esas ganas de que podemos hacer las cosas de otra forma”, agrega.

Respecto a la polémica con Luksic, Maca añade que “no quiero seguir hablando de eso, porque pienso que mi carrera deportiva se sostiene por sí misma. La polémica con él fue un incidente que sirvió para dar visibilidad, o para posicionar desde qué lugar veo yo el deporte, pero no define mi carrera como deportista o activista”, argumenta.

El Mundial

Orellana cuenta que el mundial de Egipto es especial, ya que es la primera vez que una selección chilena de kickboxing llega a una cita mundialista en territorio africano. Además, contó que este miércoles parte la competencia, las cuales se componen de llaves de eliminación directa.

Mi objetivo y el de toda la selección es ir por el oro. Mi cabeza está puesta en esto, he entrenado sin parar por muchos meses. La gente no se imagina: uno entrena 3 o 4 veces al día, durante 6 meses, para pelear seis minutos en el ring. Y eso desgasta en términos emocionales, pero estoy lista”, dice convencida de obtener un buen lugar.

La ‘Maquinita’ es primera vez que sale de América Latina, por lo que hay cosas que le han llamado profundamente la atención de Egipto.

“Ha sido impactante la diferencia del idioma, porque no todos hablan inglés y es imposible entender el árabe. Cruzar la calle también es imposible, conseguir comida vegana ha sido muy difícil”, dice, añadiendo que el evidente machismo imperante en aquel país es algo “difícil de comprender”.

El clima también ha sido un factor, ya que en pleno otoño hay mínimas de 25 grados, mientras que las máximas se empinan cerca de los 35 grados.

“Es un calor bastante pesado. No es lo ideal para entrenar, porque no estamos acostumbrados a esas temperaturas, nos deshidratamos más rápido”, afirma, indicando que fue una buena idea llegar unos días, para aclimatarse lo mejor posible.

Finalmente hace su propio balance de todo lo que ocurrió en las últimas semanas, desde la campaña por redes, pasando por la polémica con Luksic, hasta ya estar instalada en Egipto, a la espera de su debut en el mundial.

“Fue muy heavy, porque decidí de manera tardía sumarme a la selección, porque pensé que era imposible conseguirme el dinero. Estaba cansada de tener que endeudarme y a veces me daba un poco de vergüenza tener que recurrir todos los años a ese apoyo”, comenta.

No obstante, el respaldo que sintió, fue la motivación necesaria para emprender el viaje: “Mi mayor aprendizaje es sentir que esta rabia que me habita por las injusticias que hay en el país, por las desigualdades, es una rabia compartida con otras personas. Me sentí muy apoyada, muy respaldada e identificada con mi sentir. El balance más importante sentir que no estoy sola“, sentencia.