Ya van varios días desde que iniciaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde las distintas delegaciones se han lucido en las competencias. Claro que hay una que ha llamado la atención, no tan solo por su talento, sino también por las historias de sus deportistas.

Hablamos del equipo de refugiados de los Juegos Olímpicos, que ha participado del evento con la bandera del Comité Olímpico Internacional (COI).

Esta delegación está compuesta por 29 atletas de 11 países distintos (Siria, Afganistán, Camerún, Irán, Irak, Sudán, Sudán del Sur, República del Congo, República Democrática del Congo, Venezuela y Eritrea), que ahora tienen otros países de residencia, debido a sus complejas situaciones.

Se tomó la decisión de crear este equipo para darle un espacio a todos aquellos deportistas que se vieron obligados a abandonar sus naciones por distintos motivos, tanto económicos como políticos.

Gracias a la labor de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que ha trabajado codo a codo con el COI, se le dio un cupo especial a este Team para que debutara en los Juegos de Rio 2016.

Fue el 2 de marzo de ese año que se estableció de manera oficial, justo antes de las Olimpiadas de Brasil, donde solo asistieron 10 competidores. Si bien no ganaron ninguna medalla, marcaron todo un hito.

Nuevas oportunidades en Tokio 2020

Dentro de los 29 nuevos competidores que hay en el equipo de refugiados de los Juegos Olímpicos actualmente, hay varias historias que son dignas de destacar.

Tal es el caso de Yusra Mardini quien, de hecho, fue la abanderada de la delegación en Tokio. Esta joven de 23 años es nadadora y su especialidad son los 100 metros estilo mariposa.

De manera increíble, su habilidad para la natación la ayudó en uno de los momentos más duros de su vida. Durante la guerra civil en Siria, su país de origen, Yusra y su hermana Sara decidieron huir luego que su casa fuera totalmente destruida.

En agosto de 2015, intentaron escapar de Siria en un bote con otras 16 personas. El problema es que la embarcación soportaba solo siete tripulantes, por lo que llegó un punto en que empezó a hundirse.

¿Qué hizo Yusra? Se lanzó al mar Egeo junto a otras dos personas, ya que eran las únicas que sabían nadar. Tras tres horas empujando el bote, lograron llegar a una isla de Grecia. Desde ahí la joven escapó a Alemania, donde logró reencontrarse con sus padres.

Ya instalada en Europa, Mardini comenzó a entrenar para seguir su sueño de convertirse en nadadora profesional. Fue así como el Comité Olímpico Internacional, aprovechando la creación del equipo de refugiados, decidió darle un cupo para que llegara a Rio 2016.

Por otro lado, dentro del equipo también hay un latinoamericano, de hecho es el primero en la nómina. Se trata de Eldric Sella, un boxeador venezolano que se quedó sin opciones de profesionalizar su carrera debido a la crisis política y económica de su país.

Debido a esto emigró a Trinidad y Tobago donde llegó en calidad de refugiado en 2019. En este contexto, en diciembre de 2020 alcanzó la beca de atletas refugiados del COI, lo que le permitió competir en Tokio en la categoría de 75 kilos del boxeo.

Pero así como hay historias de superación, también hay hechos trágicos. Jamal Abdelmaji Eisa Mohammed, hoy de 27 años, sufrió por el asesinato de sus padres en la región de Darfur, en Sudán, cuando era adolescente.

Él era su única familia, por lo que al ver la crisis que había en su país natal, decidió cruzar a pie Egipto para llegar a Israel, donde obtuvo su condición de refugiado.

¿Resultado? Hoy es parte del equipo y una de las estrellas del Atletismo, en la prueba de los 5.000 metros.

Así es como se formó el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados de los Juegos Olímpicos, que representa a un grupo de 82 millones de personas de todo el mundo, que han sufrido por violaciones de derechos humanos, crisis políticas y persecución. Hoy, solo buscan darle alegrías a su gente, ganando una medalla.