“Era joven y no tenía madre, lo que me convirtió en un blanco fácil”, comienza diciendo la exnadadora estadounidense, Sarah Ehekircher, quien entregó una desgarradora experiencia a través de una columna en un diario británico.

La otrora deportista utilizó la tribuna que le dio The Guardian para denunciar a su exentrenador Scott MacFarland por abuso sexual y violación, cuando era una adolescente.

Y es que Ehekircher no tuvo una infancia fácil, ya que a los 13 años su madre murió y tres años más tarde su padre la echó de la casa, por sus bajas notas en la escuela, por lo que concentró todos sus esfuerzos en el equipo de natación.

Fu ahí cuando apareció MacFarland para, supuestamente, brindarle ayuda. “Me pidió a mí, una estudiante de tercer año de secundaria que apenas tenía 17 años, que me mudara a su apartamento de una habitación”, dijo.

“Todo el mundo sabía que vivía con un hombre de unos 30 años, pero nadie me preguntó si estaba bien o si me estaba pasando algo malo. Fue una situación difícil. Él podría haberlo manejado, como llamar a los servicios de protección infantil. Pero esa no es la elección que tomó”, contó la nadadora.

Ahí comenzaron los abusos, los que primero fueron psicológicos. “El punto era acabar con la confianza que tenía en mí misma: le hizo más fácil abusar sexualmente de mí más tarde”, manifestó. Y así fue.

Sarah Ehekircher
Twitter

Cuando tenía 17 años, abusó de ella por primera vez, quedando embarazada, pero él la obligó a abortar. No sería la única vez. “Los abortos fueron una parte dolorosa y traumática de mi vida, que se convirtió en una maleza que se hacía cada vez más grande”, dijo añadiendo que a raíz de esto, intentó quitarse la vida.

No fue escuchada

Muchos años después denunció las violaciones a un miembro de USA Swimming, pero en vez de ayudarla, sólo le dijo que “debería simplemente superarlo”, manifestó.

Fueron varios quienes le preguntaron e incluso la criticaron por no dar a conocer ante los hechos, pero Ehekircher tiene una explicación para eso.

“Tenía miedo y no tenía a dónde ir. Pagó por el techo sobre mi cabeza. Pagó mi comida y mi ropa. Me pagó para viajar para hacer algo que amaba hacer. Era como si tuviera el síndrome de Estocolmo. Además, ¿qué opción tenía?“, cerró su testimonio, que actualmente llevó a la justicia, junto a su abogado, al coach.