A comienzos marzo, debido a la pandemia, la reina Isabel II abandonó el Palacio de Buckingham de Londres, para confinarse en el Castillo de Windsor.

Una vez que llegó el verano, la monarca se trasladó junto a su esposo, el príncipe Felipe, a su residencia en Balmoral (Escocia) y luego pasaron unas semanas en su casa de campo Sandringham, donde tradicionalmente pasan la época navideña.

En este contexto, algunos esperaban que la Reina regresara a Buckingham una vez finalizado el verano, pero por seguridad finalmente se decidió que se quedara en Windsor, según informó la Familia Real en un comunicado.

Y así ocurrió. Según fuentes del Palacio, Isabel II llegó este martes al Castillo de Windsor, enfrentando así su “nueva normalidad”, lejos de Londres.

Pero un detalle que llama la atención es que el príncipe Felipe no llegó con ella, sino que se quedó en Sandringham, donde ha pasado gran parte de su tiempo desde que se retiró de la vida pública en 2017.

Según consignó el portal inglés Metro, se esperaba que el duque de Edimburgo se quedara con la Reina en Windsor porque no contaban con el suficiente personal para crear las “burbujas anti-COVID” necesarias.

“Cada burbuja requiere 24 empleados en dos equipos dedicados, que trabajen en una rotación de tres semanas dentro y tres semanas afuera. El personal debe pasar una semana en cuarentena antes de su turno de 21 días y dar negativo en la prueba del coronavirus”, explicó el mencionado medio.

Al parecer esto ya se solucionó, aunque la Reina estaba atravesando otro problema hace algunos días, luego que parte de su staff se “rebelara” y se negara a confinarse con ella en Sandringham para la Navidad.