Este 1 de julio Lady Di cumpliría 59 años. Y aunque ya no está con nosotros, debido al fatal accidente que protagonizó la madrugada del 21 de agosto de 1997 en París, su recuerdo sigue igual de vivo.
En ese entonces Diana de Gales había celebrado hace poco sus 36 años y se había divorciado del príncipe Carlos hace un año. Recordemos que la pareja estaba separada hace varios años pero fue recién en 1996 que el futuro heredero admitió su infidelidad con Camilla Parker en una entrevista y Diana, al día siguiente, usó el denominado “vestido de la venganza” con el que dio inicio a una nueva etapa de su vida.
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La ‘princesa del pueblo’ se dedicó a sus obras de caridad y también a rearmar su vida personal, encontrando el amor en el empresario Dodi Al Fayed, quien también falleció la noche del accidente automovilístico.
Según la autora de The Diana Chronicles, Tina Brown, ese día Lady Di tuvo un despertar de ensueño. En su residencia había cerca de 90 ramos de flores.
Su hijo menor, el príncipe Harry, la llamó desde la escuela para cantarle “cumpleaños feliz” junto a un compañero.
En cuanto a la celebración, la princesa asistió a una velada en la Tate Gallery, donde era invitada de honor para celebrar el centenario del museo, por lo que obviamente su natalicio no fue el centro de atención durante esa jornada.
A ese evento asistió con su hermano Earl Spencer, quien en el funeral de la princesa dijo que ese fue el último momento que vivieron juntos, y que recordaba como “una noche en la que no celebró su día especial, con sus amigos, sino cumpliendo su deber como invitada de honor a una gala benéfica para recaudar fondos. Brillaba como siempre“. Tal vez, si hubiera conocido su fatal destino, las cosas habrían sido de otra manera.
Para lucirse en esa ceremonia, Diana eligió un vestido negro, que fue regalo de cumpleaños del diseñador Jacques Azagury. “Lo envié al palacio de Kensington y Diana se enamoró. Creo que tenía otra opción para esa noche, pero terminó llevando mi diseño“, contó el hombre.
Para complementar el look usó su collar de esmeraldas y diamantes (uno de sus favoritos), herencia de la reina María, abuela de Isabel II.
Y aunque no fue una celebración personal, durante la jornada benéfica los asistentes también le obsequiaron flores, globos y tarjetas de felicitación.
Semanas después, la princesa fallece y a la fechas se sigue destacando su legado.
Cabe señalar que en 2017, cuando se cumplieron 20 años de la tragedia, se realizó una misa privada a la que asistieron los príncipes Harry y William, junto a Kate Middleton, que se celebró junto a la tumba de la princesa. A ese acto no asistió ningún otro miembro de la familia real británica. Sí estuvo su hermano, Earl, quien indicó: “Ella se merece un lugar en la historia“.
