Mucho se ha hablado de la humildad y sencillez de la princesa Diana, y al parecer era una realidad. Esto porque Lady Di intentó siempre manejar una vida alejada de los lujos y excentricidades, pese a que la naturaleza de su cargo se lo hacía bastante difícil.
Aun así se las arreglaba para entregarles a sus hijos esta visión de humildad, independiente de su calidad de príncipes. Es por eso que una vez la princesa organizó una salida extraordinaria con William y Harry al parque de diversiones Thorpe Park, Surrey. Y aunque obviamente fueron escoltados, una vez allí, los niños fueron como cualquier otro.
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Este viaje se realizó en 1993, en ese entonces William tenía 10 años y Harry 8. Ellos y la princesa estaban acompañados por cinco oficiales de protección y el gerente general del parque, Colin Dawson, pero él jamás les entregó un trato privilegiado.
Esto porque la misma princesa Diana hizo que sus hijos se unieran a las largas filas que había en cada atracción, a pesar de sus privilegios. Les prohibió saltarlas y menos utilizar el VIP.
De acuerdo a lo que consignó el medio inglés Express, esta experiencia se reveló por primera vez en el documental Prince William at Thirty, subido a YouTube en junio de 2012.
En él, la experta real Katie Nicoll corroboró lo que pasó ese día: “No saltaron filas ni usaron el acceso VIP, esperaron como todos los demás“. En ese mismo documental, el futuro heredero al trono aseguró: “No me gusta un trato especial en lo absoluto“. Probablemente por la enseñanza que le dejó su madre.
Ese día fue una jornada llena de diversión para los pequeños príncipes. Dawson recordó que los niños siempre intentaron mojar a sus guardaespaldas para sacarles una sonrisa.
El exoficial de protección real Ken Whafe dijo: “Cuanto más emocionante se hacía la experiencia, más veces querían volver. Y si existía la posibilidad de que uno de nosotros se empapara o cayera en algún lugar, bueno, eso era una diversión extra para ellos“.
Y no fue solo eso, pues Diana también tenía preparadas otras actividades comunes y corrientes para sus hijos. Los llevó a comer a un McDonald’s, anduvieron en autobús, y durante esas mismas vacaciones de pascua, los dejó organizar otra salida familiar a una playa lejos del centro de atención.
Wharfe aseguró que ese día volvió al palacio de Kensington empapado, pero tuvo que bajarle el perfil a la situación, pues si el príncipe Carlos o la reina Isabel II se enteraban que William y Harry fueron a comer a un McDonald’s “probablemente les hubiese dado un ataque”.
