“Yo tenía que ir con falda y cuando entramos a la habitación, me pide que me arrodille sobre la cama y que me ponga la daga apuntando al cuello (…) Al finalizar dijo que si la sacerdotisa no quería hacerlo, se tenía que suicidar con la daga, ‘pero como tú lo quieres hacer, no hay problema’. Ahí me da vuelta y yo pienso: ‘No quiero ser violada’, pero para mi sorpresa, no había tal prueba, sino una violación. Hice todo lo que me pidió, pero no me tuve que desvestir, ni excitarlo, nada. Él hizo su trabajo no más”.

La declaración anterior es parte de uno de los testimonios de tres mujeres que denuncian al músico Humberto Baeza Fernández, más conocido por su nombre artístico “Tito Fernández”, de abuso sexual y violación durante su participación en “Tallis”, su logia secreta.

En un reportaje del medio nacional The Clinic, las tres mujeres —de iniciales E.P.G., K.V.G. y A.G.S— relataron las manipulaciones a las que habrían sido sometidas por el cantante, aprovechándose de su condición de maestro espiritual para cometer sus delitos.

A.G.S indicó que tuvo siete encuentros con el artista entre marzo y abril de 2010, los que catalogó como “sacrificios sexuales” que debían realizar para él y los que supuestamente creaban una energía llamada “cordón azul”. Sin embargo, cuando una vez lo fue a visitar porque estaba enfermo, aseguró que la violó.

“Le digo: ‘Cómo te puedo ayudar’ y él me mira y me dice: ‘Tú sabes cómo’. Me dijo que la energía sexual se puede canalizar de distintas formas, que no era necesaria la penetración (…) Él me pidió que lo estimulara tocando mi propio cuerpo, pero de pronto se lanzó sobre mí y me violó. Al terminar, me pidió perdón, que no sabía lo que le había pasado. Yo me fui llorando. Menos mal que mi marido no estaba. Me bañé como si quisiera sacarme la piel. Me sentía asquerosa y aún así me sentía mal por pensar así del maestro. Fue horrible”, expresó.

En tanto, K.V.G. era la “rebelde” y quien fue la primera en dejar la secta tras varios episodios. “Él quería que yo, por ser bailarina, me sacara la ropa de algún modo sexy y a mí no me salía. No podía actuar. Y me violó. No tuvo ni un cuidado, ni un gesto cariñoso. Para él, nosotras éramos esclavas sexuales, nada más”, relató.

Finalmente, E.P.G era la “servidora” y también afirma que fue violada: “Para mí fue doloroso y asqueroso. Él no usó ninguna protección y no se lavó. Lo que más me pasaba por la cabeza era: ‘¿De qué mierda me voy a enfermar?’ No pensé en embarazo, pensé en infecciones (…) En las reuniones de Tallis, siempre nos decía: ‘Ustedes se tienen que amar como si fueran hermanas y amarme incondicionalmente. Tienen que ser como una sola para servirme, para que tenga energía para hacer mi trabajo’ y, sin embargo, cuando estábamos por separado, nos metía pequeñas envidias a partir de las comparaciones. Nosotras, en vez de cuestionarlo a él, sufríamos. Cuestionarlo iba en contra del maestro, y nos reprimíamos de pura culpa”.