Felipe Berríos fue suspendido, en mayo pasado, de sus funciones como sacerdote luego de darse a conocer denuncias por hechos de connotación sexual.

Específicamente, tras la acusación de supuestas 7 víctimas.

A raíz de ello, debió fijar residencia en Santiago como medida cautelar. Vive en casa de un familiar, mientras se dedica a la carpintería y a leer.

Felipe Berríos renunció a los jesuitas

El suspendido sacerdote vivía en el Campamento Luz Divina, del sector La Chimba de Antofagasta, lugar al que quiere regresar.

Así lo comunicó a través de una carta enviada a sus cercanos, donde aseguró que “este año ha sido complejo. Por una parte, he sido denunciado de hechos que no he cometido; por otra, se han atribuido a gestos y palabras mías connotaciones que nunca tuvieron”, consignó BioBioChile.

En ese sentido, cuestionó a las autoridades de su congregación, la Compañía de Jesús.

“Una cosa es que mi forma de ser sacerdote, horizontal y directa, pueda haber incomodado o ser considerada inadecuada por alguien, pero no comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves”, criticó.

En esa línea, enfatizó que “es inaceptable que un ciudadano de este país sea sometido a un proceso jurídico distinto al estado de derecho”.

Y recalcó que “no se han respetado mis derechos fundamentales, en un proceso poco transparente, con tiempos ilimitados, mitad secreto y mitad público, en el que me es imposible defenderme en igualdad de condiciones respecto de quienes me acusan”.

Felipe Berríos aseguró que “por eso, paralelamente, he llevado el asunto a la justicia penal, a la que estamos sujetos todos los chilenos y que garantiza procesos transparentes y públicos”.

“Me duele contarles que me he sentido maltratado por el gobierno de la Compañía, que tanto quiero. Sus ambiguas declaraciones a la prensa han sido condenatorias. Todo esto en un proceso mediático con filtraciones intencionadas que me han perjudicado”, declaró.

Junto con ello, expresó que “se me pide una obediencia que violenta mi libertad de conciencia y atrofia mi vocación. Jamás debería haber existido este dilema, en que para vivir mi vocación de jesuita debo de renunciar a ser jesuita”.

Sus razones para volver a La Chimba

Berríos enfatizó que no está pidiendo un trato especial, pero “no me parece que querer seguir trabajando con mi comunidad en el norte sea algo que vaya a entorpecer la investigación canónica en la que me veo envuelto”.

En ese sentido argumentó: “Sobre todo porque siempre he estado dispuesto a colaborar en todo lo que se me ha pedido para esclarecer los hechos”.

“Debo renunciar a ser jesuita”, insiste en la misiva, agregando que “dejo con dolor la Compañía que ha sido mi familia, pero la misma Compañía no me ha dado otra opción”.