El sacerdote jesuita Felipe Berríos se refirió en extenso a la denuncia que hay en su contra por un presunto hecho de connotación sexual.

El caso se hizo público el pasado 3 de mayo, cuando la Compañía de Jesús en Chile decidió apartarlo de sus funciones.

Berríos optó por el silencio, alejado de La Chimba y viviendo en casa de un familiar, mientras se dedica a la carpintería y a leer. No obstante, luego que conocer que un informe consideró que la denuncia era verosímil, decidió hablar.

En entrevista con La Tercera, el jesuita comentó que su reacción cuando se enteró de la denuncia fue “la de cualquier persona a la que acusan de algo que no ha hecho: incredulidad, desazón, rabia”.

Junto con ello, manifestó que “ha sido complejo, sobre todo en lo referente a la posibilidad de defenderme, porque en el caso de una acusación canónica, yo prefiero la justicia abierta de todos los chilenos donde poder defenderme”.

Así también aseguró, sobre la denuncia de la Fundación para la Confianza, que “acá se montó una estrategia comunicacional. Le recuerdo que la propia abogada investigadora contratada por la Compañía de Jesús salió a desmentir varias de esas publicaciones”.

“Acá hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla”, complementó.

En este sentido, explicó que “antes de que se conociera el resultado preliminar de la investigación previa e incluso antes de que haya una resolución del Vaticano -camino que ellos eligieron para denunciar-, la fundación filtra información a la prensa y protagoniza reportajes incluso en televisión”.

“Y acá quiero ser muy claro: la Fundación para la Confianza lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento. Sin embargo, es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados”, expresó.

Consultado por el medio sobre si conoce a las cuatro denunciantes, aseguró que solo a una: “Hace unos 25 años conocí y acompañé a padres y madres que perdieron a sus hijos en un terrible accidente. Entre ellos estaban los abuelos de una denunciante. Las veces que teníamos misas y aniversarios se juntaban muchos familiares y siempre había un grupo de niños dando vueltas. Entre ellos estaba la denunciante, que entonces tendría unos siete años”.

Con respecto a cómo se relacionó con ella, explicó que “ante la abogada investigadora declaré que conocía a su familia. Recuerdo muy bien ese momento, pues fue algo excepcional, ya que mi trabajo pastoral en Infocap no era con adolescentes, sino que con adultos y universitarios”.

“Pero esa vez la mamá me pidió que conversara con su hija, que para entonces tenía 14 años, porque la niña estaba muy angustiada por un problema personal que no voy a revelar. Conversé con ella mientras su mamá y mi secretaria estaban a pasos de donde conversábamos. Fue algo breve, solicitado por su madre, y luego ambas se fueron agradecidas. Y eso fue todo”, aseguró.

Lo que esperaba del proceso

Felipe Berríos también se refirió a lo que esperaba de este proceso, señalando que era “mayor ecuanimidad”.

“Los jesuitas, como toda la Iglesia, se sienten con ‘tejado de vidrio’ por los delitos cometidos por sacerdotes y religiosos y sus ocultamientos, que hacen que hoy actúen aterrados de que se les acuse de encubridores. Las injusticias no se enfrentan doliéndose de ellas, sino que desenmascarándolas, aunque esto tome tiempo”, manifestó.

Finalmente, y sobre la opción de volver a La Chimba, declaró que “la gente me ha pedido volver. Me necesitan allá, he mantenido contacto por Zoom y por teléfono. La presión de ellos, por el contrario, es por qué no vuelvo”.