El pasado 24 de noviembre, un femicidio sacudió a la ciudad de Valdivia, donde Cindy Muñoz, de 36 años, fue asesinada a manos de su pareja, Víctor Zamorano, de 43 años.

El hombre la agredió con un arma blanca, provocándole una serie de lesiones, que terminaron arrebatándole la vida. Tras el crimen, fue el propio atacante quien llamó a Carabineros y se entregó a las autoridades.

La víctima era conocida en la ciudad por ser una veterinaria dedicada. Verónica, una de sus cercanas, contó que “ella se daba todo el tiempo para quedarse con las mascotas, los trataba bien y los regaloneaba”.

Cindy fue muy apasionada por su trabajo, de hecho este año estaba estudiando un magíster o diplomado y cuando terminaba las clases, a las 8 de la noche, se hacía el tiempo para ver los animales. Le iba muy bien, había mucha gente que la reconocía. Nos volvíamos sus fieles clientes, porque además era muy simpática”, relató.

También comentó que “de su hijo nunca hablaba mucho, de hecho, en sus redes sociales no tenía fotos ni nada de él. Pero, por lo buena persona y lo excelente profesional que era, no me cabe duda de que era una buena mamá”.

Cindy se fue de Santiago a Valdivia en 2020, por lo que su familia no estaba con ella, y fue a inicios de noviembre de este año cuando se mudó a la casa de la calle Schneider donde ocurrió el femicidio.

“Estaba contenta”

Verónica había sido la arrendataria de la actual casa de la víctima e hizo el contacto para que la veterinaria se pudiera cambiar a dicho lugar. “Siempre comentábamos que a ella le gustaba el sector y buscaba un lugar para tener todos sus animales“, explicó.

Me contó que se iba a ir con su mamá y su hijo. Nunca me interioricé de su vida privada, solo sabía que estuvo casada”, comentó.

Sostuvo que “no sabía que estaba con otra persona. Pensé de inmediato que fue el papá del niño, pero era su pareja actual, que, por lo que he podido conversar con otras amigas, no lo conocía desde hace tanto, era algo de este año“.

“Ella me habló el viernes y conversamos harto rato. Me dijo que estaba contenta, me mandó fotos de la pieza de su hijo, la de ella, que tenía sus gallinas en el patio y sus perritas grandes adelante, que podían pasear en el parque Kramer”, agregó.

Además, Cindy “tenía su hurón y sus gatos. Había un taller atrás y quería poner ahí sus cosas para trabajar en la casa, porque ella igual llevaba animales para operar“.

Estaba muy contenta de haberse cambiado y tener un espacio más grande. Nunca supe que estaba con ese hombre. Al final no se fue con su mamá y su hijo”, finalizó.