El 18 de mayo de 2005, 44 soldados y un suboficial fallecieron durante una actividad militar en el volcán Antuco, en la región del Biobío, hecho que fue recordado por Carlos Álvarez, sobreviviente de dicha tragedia.

En conversación con Hola Chile este miércoles, el exconscripto entregó detalles de tan fatídico episodio que enlutó al país hace 17 años.

En sus primeras declaraciones, el joven recordó cómo inició el desastre, el cual se pudo evitar.

Según relató el entrevistado, tras caminar un kilómetro, enfrentaron un estero congelado. “La orden que nos dio el capitán fue hacer un puente de circunstancia. Y ese lo hicimos con ramas que pillamos, las tiramos sobre la nieve y ahí pasamos, pero la mayoría nos mojamos de las rodillas para abajo”, dijo.

Debido a que los soldados no iban con la ropa adecuada, esto propició que el frío atacara a cada uno de los participantes. “Se me congelaron los pies, y por eso mismo, me quemé la planta”, puntualizó.

“Cuando cruzamos ese estero, ya no había vuelta atrás, porque ya salimos, lo ideal en ese momento era que nos dijeran ‘ya, se van a devolver porque están todos mojados’, por último en el refugio nos hubiéramos secado, pero la orden fue seguir marchando”, aclaró.

Sobreviviente de tragedia de Antuco recordó los minutos de terror

Ya a mitad del camino, señaló Álvarez, poco a poco empezaron a fallecer los militares. “Nosotros ahí vimos al primer muerto que era de la Compañía de Morteros, que estaba dentro de un saco de dormir. Pero para nosotros era un muñeco, porque en lo general se hacían ese tipo de ejercicios de sobrevivencia”, mencionó.

Sin embargo, luego de ver mochilas y fusiles enterrados en la nieve, los presentes se percataron de la gravedad de lo sucedido.

“En mi Compañía algunos amigos comenzaron a sentirse mal, a uno lo metieron en un saco de dormir para ir tirándolo, y luego lo vieron y ya estaba muerto, así se fueron quedando”, explicó.

Pese a lo complejo de la situación, Carlos reveló que el mandato de sus superiores era no salvar a los compañeros.

“En un momento que estuve a punto de quedarme, tuve la suerte que me ayudó un amigo, y que no siguió la orden que habían dado”, expresó.

Un triste final en Antuco

Tras caminar varios kilómetros, el grupo logró llegar a un refugio, donde hicieron una fogata, para luego hacer turnos y así dormir cada 15 minutos, esto con el objetivo de recuperar energías.

“Cuando llegamos preguntamos quiénes faltaban de cada escuadra, y en el momento ya sabíamos los que murieron”, afirmó.

Finalmente, el sobreviviente de la tragedia de Antuco acusó que hasta la actualidad no ha recibido algún tipo de terapia, ni apoyo psicológico del Estado.

“Yo continué en el Ejército como civil, pero tuve que renunciar, porque el año pasado estuve con estrés postraumático por la pandemia y andaba con crisis de pánico”, manifestó.

“Al final no pude seguir en Santiago, porque era estar lejos de mi familia y estaba inestable emocionalmente”, concluyó.