Este martes en Contigo en la Mañana mostraron un reportaje en el que revelaron datos del ‘informe oculto del Sename’, donde quedaría en evidencia la ‘grave y sistemática violación a los derechos humanos de los niños’ que residen en tales centros.

El periodista a cargo del reportaje, Stjepan Tarbuskovic, señaló sobre el documento que “hasta el año 2018, cerca del 50 por ciento de los niños del Sename ha sido víctima de algún tipo de abuso sexual o violación. Estas conductas se han normalizado. Un informe que el Gobierno, la Fiscalía e incluso el Poder Judicial habrían intentado eliminar”.

La duda que surge ahora que si bien este año se acaba el Sename, el nuevo sistema continuará trabajando con “el 98% de centros administrados por privados que están denunciados en este informe”.

En este contexto, el matinal entrevistó a Belén Medel, joven que vivió durantre 15 años en un centro del Sename, del que tiene duros y oscuros recuerdos.

“En uno de los hogares en los que yo estaba, era un hogar de fundación de religiosas, una de las religiosas tenía anotadas a 30 niñas, cuando solo éramos 11 o 12. Entonces recibía una subvención de 30 niños, cuando solo éramos 12. Había mucho dinero de por medio y yo nunca lo vi“, comentó Medel, agregando que siempre primaban los intereses económicos.

“A mí me daban una toallita higiénica diaria cuando yo estaba en mi período. Y si yo quería más, las religiosas me decían que yo tenía que trabajar para conseguir esta toallita higiénica. Y así pasaba con los cuadernos, con los implementos del colegio”, recordó.

Para Belén, en Sename existen “violaciones sistemáticas, psicológicas y físicas”, además de “trabajo infantil”.

Por lo anterior, no tiene esperanzas en el futuro del Sename si es que lo único que cambia son los recursos y dineros. “Para mí, una solución efectiva y real, sería que minimicen los niños institucionalizados a través de la adopción, de las familias de acogidas, de apoderados o padrinos que puedan sacar a los NNA de estos centros“.

“Falta mucho amor, hablan de dinero, de colegio, de educación, de salud, pero no existe la palabra amor en el vocabulario. El sistema no entrega amor”, expresó.

Respecto a su experiencia de pequeña, reconoció que siempre tuvo miedo y que aprendió a escribir con las dos manos por si le pasaba algo. “Yo decía ‘bueno, si se me rompe un brazo nadie me va a ayudar’, entonces decía ‘si me pasa algo, debo saber ser yo misma’. Cuando me pasaba algo grave, tenía que esconderlo. No podía comentar lo que me pasaba porque uno no podía demostrar debilidad ante el resto“, indicó.

Belén recordó que a sus 6 años vio a compañeros que querían suicidarse y conoció la maldad en los adultos. “La mayoría de los golpes que yo recibí no fueron de mis pares, sino que por parte de las religiosas que eran muy agresivas. Cada vez que me pasaba algo con ellas, mis hermanas las encaraban y de repente mis hermanas recibían los golpes por defenderme a mí”, contó.

A tal llegó la violencia, que Belén aseguró que “una vez, por ejemplo, me metieron la cabeza al basurero por decirle un garabato a una religiosa. Mi hermana mayor me defendió y le propinaron muchos golpes”.

“El 98% de mis compañeros tenía algún familiar que los iba a visitar, pero mis hermanas y yo no teníamos a nadie. Entonces nos vulneraban mucho más porque no teníamos a quién contarles”, cerró.