En prisión preventiva quedaron los dos imputados por la desaparición de Pascale Alvarado, la menor de edad de 17 años que desapareció en Puchuncaví el 8 de noviembre de 2011 y que luego de nueve años su familia ha podido lograr un poco de justicia.

Ante la detención de los presuntos autores de su secuestro, la madre de la adolescente, Jeannette Soto, no pierde la esperanza de encontrar a su hija.

“Fue bien doloroso escuchar los detalles de la desaparición de mi hija. Pero esto no ha terminado aún. Falta lo más importante: encontrar a Pascale. Esa es otra etapa que hay que vivir todavía. Ya pasamos el proceso de la desaparición. Ahora estamos en el segundo proceso, en el que ya sabemos quiénes fueron y cómo sucedieron las cosas. Nos falta la parte más delicada y fuerte para nosotros: descubrir dónde la dejaron y encontrarla”, señaló en entrevista con LUN.

Al mismo tiempo, la mujer de 47 años asevera que en este momento de su vida ha intentado no bajar los brazos y hacer justicia. “Ojalá a uno de ellos se le ablande el corazón y me diga dónde la dejaron. Ellos ya están presos y van a pagar por lo que hicieron, y es lo justo, pero eso no me sirve de mucho si no me dicen dónde está”, enfatizó.

“Ellos están en la cárcel, sí, pero yo quiero a mi hija. La quiero conmigo. Ya sé que no la traeré físicamente, pero lo que quede de ella, lo quiero conmigo, para darle una digna sepultura y que descanse como se debe. Recién ahí podré llorarla. El cementerio lo tengo acá mismo, atrás de mi casa, podría ir a verla en cualquier momento, cada vez que quiera desahogarme”, manifestó.

Un dolor que jamás se va

Consultada sobre cómo llevó la pena de no saber el paradero de su hija tantos años, Jeannette manifestó que: “Nunca tuve psicólogos ni tomé medicamentos. Me refugié solamente en mi trabajo, que me ayudó a sobrellevar todo esto. Trabajo haciendo aseo. Hago de todo de un poquito. Lo que hacía era trabajar lo más posible. Terminaba en una casa y me iba a otra. De repente tomaba tres casas en un día y llegaba tarde a mi casa. Los primeros meses fueron así. Traté de mantener la mente ocupada. Eso me ayudó bastante, porque no tuve que depender de medicamentos”.

Dicha decisión fue gatillada porque siempre esperó durante el primer año encontrar con vida a Pascale. “No quería que cuando volviera me encontrara en una cama, dormida, toda dopada. Nunca fui partidaria de usar antidepresivos. Siempre intenté buscar otras soluciones. Me volví trabajólica, pero lo malo de eso es que dejé de lado a mi otra hija, pero ahora nos hemos acercado más y vivimos juntas. Hemos pasado muchas cosas, pero siempre hemos estado juntas. Ya me habían quitado a una hija, no podía permitir perder a la otra”, indicó.

“Siempre presentí y sentí que le había pasado algo malo”, contó, añadiendo que recibió una llamada de la adolescente antes que desapareciera, donde sintió un golpe. “Fue algo automático. Le pegaron a ella y en ese mismo momento sentí un golpe en la boca del estómago que me dejó sin aire”, dijo.

Y agregó: “Ella era muy mamona. De darme besos, de abrazarme en cualquier momento, me tomaba por detrás. En la calle andábamos de la mano o abrazadas. De verdad se le extraña mucho. Tal vez eran cositas muy pequeñas, pero significaban mucho para mí. Demasiado. Son detalles pequeños, pero que quedan marcados para toda la vida”.

Principales sospechosos

En tanto, Jeannette también se refirió al momento que ellos como familia eran los principales sospechosos, teoría que se descartó tras la audiencia.

“Mucha gente creía que nosotros teníamos que ver con la desaparición de nuestra hija, pero nunca se imaginaron lo que estáb-mos sufriendo por dentro. Todavía sufrimos, mejor dicho. Esto no va a pasar hasta encontrarla… No, ni con eso. Fue tan horrible cómo nos quitaron a nuestra hija. A parte que era una niña tan frágil, de un 1.60 y 52 kilos. ¿Cómo se iba a defender ante estos dos animales?”, señaló.

Finalmente, la madre de Pascale hizo énfasis en que aún siente que queda mucho camino buscando justicia. “Lo que pasa es que todavía me falta vivir la otra etapa. No me puedo desmoronar ahora. Aunque ayer (viernes) estuve un poco mal. Me tuvieron que dopar, porque lloré tanto que me terminó pasando un poquito la cuenta. Después de la audiencia de formalización me empecé a sentir mal, me andaba desvaneciendo, así que para que pudiera descansar me colocaron una inyección y me hicieron dormir. Han sido días muy fuertes”, cerró.