En un informe de 20 páginas que fue difundido este miércoles, se confirmó que George Floyd, el afroamericano que fue asesinado por la Policía de Minneapolis, tenía COVID-19.

El test de PCR se le realizó postmortem, además, se indicó que era un caso asintomático.

Según información de CNN, el doctor a cargo de la autopsia, Andrew Baker, explicó que el virus SARS-CoV-2 no jugó ningún papel importante en su muerte.

Si bien, la primera autopsia solicitada por su familia entregó que su muerte se debió a una “asfixia producida por compresión del cuello y la espalda que desencadenó la suspensión del riego de sangre en el cerebro”, ahora se precisó otra situación que lo llevó a al muerte.

De acuerdo a Baker, un “paro cardiopulmonar complicado por la fuerte contención y compresión del cuello” fue lo que desencadenó su muerte, confirmando oficialmente que el deceso se produjo por acción de terceros.

Además, el documento detalló que tenía varias sustancias tóxicas en su cuerpo, así como lesiones en la cara, cuello, brazos, piernas y una costilla.