“Sebastián era un chico alegre, lleno de vida”, así es como Gabriel Sepúlveda, concejal de San Rosendo, recuerda a su hijo de 15 años. Para su pesar, el 29 de agosto el menor de edad decidió quitarse la vida de manera repentina lo que como familia les dejó una sola interrogante: ¿Por qué?

A Sebastián le gustaba practicar BMX, en agosto había sacado el tercer lugar en una competencia deportiva, además practicaba karate y skate. Según indicaron sus familiares, era un joven activo, cariñoso y le gustaba compartir con su comunidad. Alguien a quien jamás le notaron señales de sufrir depresión.

Sin embargo, el joven si sufría una enfermedad, el síndrome de Gilles de la Tourette, un trastorno neurológico que se manifiesta primero en la infancia o en la adolescencia, antes de los 18 años.

De acuerdo a sus padres, el menor fue diagnosticado a edad temprana y en 2017 comenzó a ser tratado en el Hospital de la Universidad Católica en Santiago, donde, en un informe elaborado para ser entregado en el establecimiento, indicaron lo siguiente.

“El paciente está en control neurológico desde el año 2017 a raíz de un síndrome de Tourette caracterizado por tics motores y vocales crónicos de 8 años de duración, el cual tiene remisiones y exacerbaciones con tics de gran intensidad y frecuencia y riesgo de autoagresión (caídas, impacto muscular, etc.)”, señala el Iforme Neurológico UC.

En este informe además se señaló que el tratamiento llevó a que el menor faltara a clases y que producto de la medicación presentara exceso de sueño, lo que originó que en algunas ocasiones el adolescente se durmiera en la sala.

“Cuando viajábamos, Sebastián se subía al auto y se quedaba dormido. Para despertarlo nos costaba, porque sus medicamentos le producían sueño”, indicó Gabriel.

Junto a esto, se adjuntó un link del Ministerio de Educación sobre el manejo educacional de niños con síndrome de Tourette, solicitando al establecimiento al que asistía, el Liceo A66 Héroes de la Concepción de Laja, que se entregara apoyo escolar para que el menor fuera integrado social y pedagógicamente.

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El apoyo escolar

De acuerdo a los padres de Sebastián, Gabriel y Denis, al matricular al joven para que ingresara, le informaron a la dirección del establecimiento respecto a su enfermedad y lo que esto significaría en su rendimiento.

Gabriel Sepúlveda manifestó que si bien su hijo no era de los más aplicados del curso, tras dar las pruebas de admisión ingresó a primero medio en el curso segundo avanzado en 2018.

“Tuvo un vaivén en sus notas en el primer semestre, antes del paro de profesores. Nos citaron a hablar con él y nos pidieron que firmara un compromiso para subir sus notas”, señaló el padre del menor. En sus palabras, la profesora jefe les había indicado que algunos apoderados habían expresado su malestar por las calificaciones de Sebastián, ya que estas bajaban el promedio del curso.

A esto se sumó que, producto del desconocimiento de la enfermedad a nivel país, algunos estudiantes lo molestaban, “no su curso, pero quienes lo veían tropezarse, o cuando le daban sus gritos, se burlaban de él. Uno puede entender que quienes no conocen la enfermedad van a reaccionar ante alguien distinto”.

Sin embargo, el pesar más grande para los padres de Sebastián viene de lo que señalan como poca comprensión del cuerpo educativo. Según cuentan, un día un inspector lo habría amenazado con suspenderlo porque iba caminando por un pasillo y comenzó a repetir una grosería debido a sus tics. “Se tuvo que deshacer en explicaciones y ahí lo dejaron irse”, indicó el concejal por San Rosendo.

Esta no fue la única situación que vivió el joven estudiante, ya que “una vez los compañeros lo defendieron porque una profesora nueva también lo escuchó decir una grosería. La profesora lo retó y los compañeros le explicaron” sobre la enfermedad del menor, según indicó Gabriel Sepúlveda.

“Aquí a nosotros nos queda la duda, porque qué pasa en la comunidad educativa. Si nosotros entregamos un informe a su profesora jefe, a UTP, no hicieron nada”, manifestaron los padres de Sebastián.

Si bien, sus compañeros de clase lo defendían, misma situación que se dio con los que compartió en básica, donde sí existieron casos aislados de otros estudiantes de otros cursos que se reían y burlaban de él, lo que le afectó anímicamente.

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La última reunión

Los padres de Sebastián fueron citados a una reunión con su profesora jefe para el día jueves 29 de agosto, en la cual se hablaría sobre una supuesta acusación de acoso que recaía sobre el menor.

Según el relato de los padres, durante la mañana de ese día la misma docente habría amenazado al menor con la posibilidad de una denuncia, investigación y tratamiento psicológico, y Sebastián no habría respondido ante eso, porque pensaba que no servía de nada, ya que la profesora de todas formas no le creería y siempre decía que él se escudaba en su enfermedad.

De hecho, los padres aseguran que ya durante la reunión, la docente lo acusó de abrazar y apretar la rodilla de algunas niñas, y en todo momento cuestionó que las acciones del menor estuvieran relacionadas con sus tics, pese a que Sebastián aseguraba que todo se relacionaba con su enfermedad, y señalaba haber recibido el mismo trato por parte de sus compañeras, y haberlas abrazado cuando ellas lo abrazaban, por lo que lo veía como algo normal.

En la instancia los padres de Sebastián pidieron activar los protocolos del establecimiento para estos casos, para así tener la oportunidad de defender a su hijo, y solicitaron juntar a las niñas que acusaban a Sebastián para explicarles en que consistía el síndrome de Tourette. Sin embargo, la docente no lo habría aprobado para no “agrandar más las cosas”.

Ese día la reunión finalizó con el compromiso de que Sebastián debía pedirle disculpas a sus compañeras al día siguiente y explicarles que nunca fue con mala intención.

Pero este no fue el único tema que se tocó dentro de la instancia, pues también se habría hablado del rendimiento académico del estudiante, de sus notas y de su somnolencia en clases.

“Todo el rato fueron ataques y (Sebastián) él me dijo ‘mamá, tengo miedo de que me denuncien’ porque la profesora habló de denuncia, habló de apoderados que querían ir al liceo”, señaló la madre del menor.

Ese día dejaron la sala con una sensación amarga, las acusaciones eran graves y en el viaje camino a casa Gabriel y Denis se preocuparon de recalcarle a su hijo que ellos estarían con él, lo defenderían y jamás dejarían solo.

Tras llegar al hogar, dejaron al joven en su habitación, donde se sentó en la cama con su teléfono y un cuaderno con la intención de estudiar, sus padres salieron porque su hijo menor tenía otitis y debía ir a médico, así que Sebastián quedó solo.

El último mensaje que recibieron de él, fue uno donde le pedía a su mamá que le comprara una chorrillana y después le devolvería el dinero, a lo que ella había accedido, pero tras llegar al hogar y entrar a la pieza, descubrieron que su hijo se había suicidado.

La familia buscó alguna carta o mensaje que explicara los motivos que llevaron a que Sebastián tomara tan drástica decisión, pero para aumentar más aún su pesar, su hijo no dejó nada.

La investigación

Tras lo ocurrido, el Departamento de Educación Provincial en Bío Bío inició una investigación para esclarecer los hechos detrás de la muerte de Sebastián.

Según explicó el jefe provincial de Educación, Daniel San Martín, con esto se busca determinar si existió algún caso de vulneración de derechos, esperando que esto no se repita ni en la provincia, ni en la región.

La autoridad también señaló que buscan que los estudiantes tengan un clima propicio para realizar sus actividades escolares, un trabajo que involucra a toda la comunidad educativa. “Ojalá estas acciones puedan rendir frutos y no recibir estas noticias que afectan a la familia”, señaló.

Al respecto, también se manifestó por este caso la “Fundación Amigos del Tourette Chile”, quienes a través de un comunicado señalaron que se suman al llamado de la familia de solicitar al Ministerio de Educación y “especial a su ministra, señora Marcela Cubillos, a que supervise y de prioridad al manejo que se realizó en el establecimiento educacional, y tome las acciones legales que permita la ley para determinar y castigar a todos los responsables”.

Por su parte, los padres de Sebastián también buscan determinar las responsabilidades de lo que sucedió. De esta forma, el lunes 2 de septiembre asistieron junto a un abogado hasta la Superintendencia de Educación para que investigue la actuación del colegio, si se siguieron los protocolos correspondientes o si se respetó el reglamento interno en estos casos.

“Nosotros vamos a seguir luchando. No tiene que volver a pasar nunca más”, señaló el padre del menor, añadiendo que en este país “nos encanta hablar de integración pero aquí se segrega todo”.

Los padres del menor manifestaron que desde el establecimiento no se han acercado para indicar si están realizando alguna investigación interna o que planes seguirán después de lo sucedido.

En tanto, desde el establecimiento, su director, Jorge Lizama, señaló que están sumamente consternados con lo sucedido y que están enfocados en contener al estudiantado ya que como institución están muy afectados, respondiendo a las situaciones que corresponde.

Finalmente, indicó que no tienen más información que entregar y que existen organismos competentes que están a cargo de las tareas y el liceo está a disposición para aportar la información necesaria.