El caso de Brooke Skular Richardson tiene conmocionados a los habitantes del condado de Warren, en Ohio (Estados Unidos). Se trata de una joven que el 2017 ocultó un embarazo y más tarde enterró a su bebé en el patio de su casa.

La mujer tenía 18 años y logró disimular a la perfección su gravidez durante el último año de secundaria. Solo ella y su ginecólogo lo sabían, según se conoció en el juicio que se lleva a cabo en su contra, de acuerdo a lo consignado por el Washington Post.

Fue en medio de la madrugada del 7 de mayo que Brooke fue el baño para dar a luz y luego llevó al bebé sin vida al patio de su casa para enterrarlo, sin decirle a nadie.

Tal como si hubiese sido un mero trámite, la joven terminó su secundaria y en los meses posteriores se preparó para entrar a la Universidad de Cincinnati. No obstante, en julio de ese mismo año, su ginecólogo informó la muerte del bebé al forense de turno del condado de Warren, sin ahondar en la causa de muerte.

Y es que aún se desconoce la causa, debido a que el juicio comenzó recién esta semana, donde la joven enfrenta cargos por asesinato agravado. Eso sí, Richardons ha insistido en que su bebé nació muerto, algo que los forenses aun no han podido determinar.

Los fiscales, en tanto, insisten en la tesis de un homicidio y que luego la joven simplemente intentó deshacerse de la evidencia para continuar con su estilo de vida “perfecto”.

La fiscal adjunta del condado de Warren, Julie Kraft, señaló en la audiencia del pasado martes que todo comenzó en agosto de 2016, cuando Richardson terminó una relación que mantenía hace un mes.

Y si bien pasó gran parte de su último año de colegio embarazada, para sus amigos y familiares fue difícil saberlo, ya que durante años Richardson sufrió de anorexia y bulimia, por lo que nadie querría preguntarle por qué había subido un poco de peso. Simplemente pensaron que había comenzado a aceptar un cuerpo más saludable, pues tenía una nueva relación y además la habían aceptado en la universidad.

Estaba feliz porque pensaba ‘Oh, ella conoció a este buen chico. Ya no le importa cómo se ve, no le importa si está engordando“, señaló su tía a Cosmopolitan el año pasado, según consignó el medio. “Sus trastornos alimenticios siempre fueron horribles. Entonces todos pensamos ‘¡Oh, bien! Está aumentando de peso“, agregó.

Pero tampoco fue que Richardson haya ocultado todo su embarazo, pues ella se enteró menos de un mes antes de su estado, cuando fue a su ginecólogo para tomar anticonceptivos y él le dijo que no podría dárselos pues tenía 32 semanas de embarazo. Al enterarse de que estaba embarazada, Brooke se largó a llorar y le dijo a su médico que no podía tener a este niño y que no podía contarle a nadie.

Eso sí, el médico se equivocó y la joven no tenía 32 semanas, sino cerca de 37, dando a luz dentro de los próximos 11 días, periodo en que no le dijo nada a nadie.

Según el abogado de Richardson, Charles M. Rittgers, el bebé nació pálido y sin vida. Además, el cordón umbilical no habría estaba unido a la placenta y el recién nacido no respiraba, dijo. En tanto, su madre, Kim, comentó que su hija le había dicho que estuvo acunando en sus brazos al bebé durante horas, esperando que abriera los ojos, llorara o se moviera, pero nunca lo hizo.

Fue por eso que finalmente Brooke habría tomado una pala de jardín y en un extremo del patio cavó un hoyo entre dos pinos y enterró al feto. “Es tan difícil creer que tuve un nieto que nunca pude retener“, señaló Kim al medio Cincinnatti Enquirer.

Si bien la fiscalía reconoce que ha sido difícil recolectar antecedentes que prueben el homicidio, sí recolectaron algunos dispositivos con mensajes de texto compartidos por Brooke.

Uno de ellos se conoció en el juicio, donde el fiscal asistente Steven Knippen, indicó que estos mensajes los habría enviado Richardson a su madre, horas después de que enterró al recién nacido. “Estoy literalmente sin palabras con lo que feliz que estoy, mi abdomen está de vuelta ¡Oh Dios mío!“, habría sido el texto que envió la joven, según consignó Fox News.

Asimismo, los fiscales aseguraron que la madre de Richardson estaba en conocimiento porque el consultorio del ginecólogo que visitó su hija le envió “accidentalmente” una notificación de su embarazo. Eso sí, indicaron que Kim estaba obsesionada con su apariencia y controlaba constantemente el peso de su hija.

Su defensa alega que la mujer reaccionó adecuadamente cuando se enteró tan encima sobre su embarazo, y argumentó que como sufría de trastornos alimentarios que afectaban su peso y ciclo menstrual, era difícil para ella haberse dado cuenta.

Además del asesinato agravado, Richardson también está acusada de homicidio involuntario, poner en peligro a un niño, alterar la evidencia y abuso grave de un cadáver, por lo que de ser hallada culpable, la joven podría enfrentar cadena perpetua.