Si bien para algunos el temblor que tuvo lugar el pasado jueves a las 14:28 al oeste de Pichilemu fue magnitud 6,6, la realidad es que terminó por alcanzar una 6,8 grados.

Según el medio nacional Las Últimas Noticias, esto queda en evidencia en la página web del Centro Sismológico Nacional, en donde además se pueden observar distintas fórmulas para calcular la magnitud de los temblores.

Entre ellas se destaca la Magnitud Local (Ml), la más básica para calcular las ondas primarias (P) y las ondas secundarias (S), ambas captadas por un sismógrafo.

Las primeras corresponden a aquellas que el cuerpo humano percibe como un leve mareo ante un movimiento telúrico, en cambio las segundas son las que causan daños.

Sergio Barrientos, director de CSN, indicó a la plataforma que “eso funciona bien hasta un sismo de magnitud 6 Richter. Sobre eso, los sismómetros, que son instrumentos sumamente sensibles, se saturan. Para el terremoto del 27F en 2010 demoramos casi dos horas en calcular la magnitud 8,8”.

Hasta hace un tiempo, los tsunamis se podían predecir con un mínimo de 30 minutos de anticipación, por lo que luego del terremoto de 2010, cada estación sismológica empezó a incluir además de sismómetros, acelerógrafos y GPS (en 108 estaciones nacionales).

En el caso de los acelerógrafos, estos ayudan a medir la aceleración del movimiento del suelo o los cambios de velocidad del suelo. Por otro lado, los GPS registran deformaciones en la corteza terrestre.

“En los últimos 20 años se ha desarrollado otra manera de medir los terremotos determinando el largo de la ruptura, el ancho y el desplazamiento que ocurre en ella. Al producto de esos tres factores le llamamos momento sísmico. Y ese logaritmo, con ciertas constantes adicionales, se transforma en magnitud. Esa es la magnitud que se utiliza actualmente, la Magnitud del Momento Sísmico (Mw)”, señaló Barrientos.

El académico añadió que en caso de temblores bajo 5,5 se utiliza la fórmula de Ml, en cambio, para los que están sobre esa cifra, se emplea la Mw.

Por otro lado, se especificó que combinando todos estos modelos se adoptó una nueva metodología de medición: la Fase W.

“La Fase W es una onda imperceptible para el humano que sí aparece en el registro de los instrumentos, entre las ondas P y S. Como viaja antes que la S (el sacudón destructivo), permite estimar el tamaño de un sismo una vez que llega a varias estaciones. Se utiliza para evaluación rápida, pues a los dos o tres minutos nos entrega un estimado de magnitud”, señaló.

Precisamente esta es la información que se les entrega a diferentes organismos nacionales como el SHOA, la Onemi y al Servicio Hidográfico y Oceanográfico de la Armada,para prevenir y alertar en tres minutos (y no en 30) en caso de que exista probabilidad de tsunamis.