La jornada de Censo fue calificada como exitosa por las autoridades, aunque no estuvo exenta de problemas producto de algunas descoordinaciones, lo que generó que algunas personas no fueran encuestadas y otras, que eran voluntarias, no pudieran salir a encuestar.

Es la situación que denuncia el sacerdote, Juan Carlos Cortéz, de la parroquia Saturnino, ubicada en pleno barrio Yungay y que congrega a una gran cantidad de población haitiana.

En conversación con Expreso Bio Bio, el religioso señaló que un grupo de 20 haitianos no fue considerado para participar en el Censo, a pesar de que ya estaban inscritos y habían sido capacitados.

Cortéz relató que en enero, el INE, a través de la Municipalidad de Santiago, solicitó la posibilidad de contar con haitianos traductores para realizar la encuesta en los cités y conventillos de la comuna, donde vive una gran cantidad de migrantes, especialmente haitianos.

El párroco relató que ante esto reunió a un grupo de 30 personas, 20 haitianos y 10 que eran chilenos y de otras nacionalidades y señaló que “hicimos el vínculo con la municipalidad, ellos se han portado muy bien, pero lamentablemente hubo una descoordinación tan grave” que no permitió que los voluntarios pudieran salir a aplicar la encuesta.

El religioso detalló que “de esos haitianos, 12 tenían RUT, estaban inscritos, estaban capacitados para que pudiesen censar, pero además yo ofrecí un grupo de haitianos que no teniendo RUT, sabían español y podían prestar un servicio sin inscribirse formalmente, pero de traductor”, aseguró.

El día del Censo, el grupo de haitianos llegó junto a Cortéz al local y según relató, “después de haber hecho filas en cuatro lugares distintos, en que los mandaban como grupos, coincidía que eramos los únicos que tenían personas de otro color”, finalmente no se les permitió salir a censar y se les envió a una sala.

El sacerdote señaló que tras ser enviados a una sala “estuvimos hasta casi las 11:00 de la mañana, hasta que yo decidí que teníamos que partir”.

Según relató el religioso, hay muchos migrantes de la comuna que no fueron censados. “Hubo dificultad desde el punto de vista de la traducción, nosotros teníamos 20 traductores, de esos 20, 10 eran censistas”, sostuvo.

Para el párroco, el problema fue principalmente de descoordinación, ya que el jefe de local y el supervisor del recinto presentaron licencia y quienes los reemplazaron, no tenían conocimiento respecto a la labor que debían desarrollar.