Una ruptura amorosa puede llegar a ser una de las experiencias más frustrantes y dolorosas, sobre todo cuando sientes que te entregaste por completo a esa relación con la que tenías planes y metas en común, es decir, un futuro prometedor.

Cuando ese quiebre es una decisión tomada en conjunto, suele ser un poco más fácil, aunque no menos triste, pero cuando es la otra persona quien decide terminar todo, unilateralmente y por los motivos que sea, el sentimiento de pérdida y derrota es aún mayor.

La persona rechazada comienza a vivir un duelo del que a veces cree que nunca podrá salir, y si bien puede tomarte solo unas semanas o meses reponerte, hay quienes sufren por años. Tristeza, melancolía, desesperanza y ansiedad son algunos de los malestares que se presentan en este proceso de lidiar con el rechazo o abandono del que fuimos protagonistas.

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En este contexto, el psicólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, David Martín Escudero, enumera, a través de la versión en español del medio Huffington Post, una serie de consejos que podrían hacer más llevadero tu “luto”, y a superar el quiebre de manera más concienzuda.

1.- Aceptar que la relación se ha acabado. “Esto podemos superarlo, es una fase, no puede ser algo definitivo

A algunas personas les cuesta entender que la ruptura es definitiva, y prefieren quedarse pegados en que se trata de una cuestión momentánea, una especie de autoengaño. La “víctima” “tiende a pasar por alto aquella información que indica que la relación ha acabado y se aferra a cualquier ambigüedad en las explicaciones o gestos de quien abandona para creer que la decisión no es permanente”.

2.- Enfrentar el dolor. “Estoy bien…no pasa nada

El experto aconseja que no es conveniente retrasar demasiado el momento de abrirse a las emociones, pese a que puede ser complicado. “Se debe buscar el equilibrio entre, por una parte, expresar a nivel emocional el dolor ligado a la pérdida y, por otra parte, intentar sobreponerse y prestar atención a otros aspectos de la vida”.

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3.- Reducir los sentimientos de culpa. “Si hubiese sido más divertido, si no hubiese sido tan celoso, si no hubiera engordado

Generalmente, por temas autoestima, la persona abandonada tiende a asumir toda la culpa de la ruptura, centrándose solo en características de ella misma para sentirse peor aún. Por eso es necesario “comprender y asimilar las causas y efectos de nuestras acciones (y las ajenas)”, para así integrar la experiencia pasada a nuestro presente y futuro.

4.- No a la victimización. “¡Maldito! Me ha hecho daño, siempre me trató tan mal y yo que le di todo

A diferencia del punto anterior, cuando asumimos el rol de víctima inmediatamente la culpa de todo la tiene la otra persona, pero es importante saber que no siempre hay verdugos y víctimas. Hay que entender cómo fue la dinámica relacional desde el comienzo y cuál fue nuestra responsabilidad en ello. “Victimizarnos nos sitúa en un papel pasivo, desde el cual será más complicado restablecernos”.

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5.- No idealizar o demonizar al otro. “Es el amor de mi vida, no hay nadie como él o ella

Obsesionarse con los grandes momentos de felicidad o las fuertes discusiones que tuvimos con esa pareja, para así convencernos de cuán perfecta u odiosa era esa persona, no res recomendable. “Es conveniente observar las virtudes y defectos del otro, los propios, y valorar de manera objetiva el estado de la relación ya acabada”, para así avanzar hacia la objetividad.

6.- Proyectarse en el futuro. “Jamás volveré a amar

Esa sensación de que nunca más vamos a poder amar o entregarnos como lo hicimos con esa persona es sólo una etapa. Si bien el vínculo no se borrará de manera inmediata, aunque así lo queramos, es mejor pensar en el futuro desde la individualidad primero, para luego abrirnos a la posibilidad de amar y ser amados.

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7.- Reinventarse a uno/a mismo/a. “¿Pero qué hago ahora?

“La pérdida puede afectar a nuestra propia identidad y nuestra forma de concebir el mundo, no obstante, el cambio también nos ofrece el espacio para pasar más tiempo solo/a, oportunidad que debemos tomar para el crecimiento personal y la re-invención de uno mismo.
Iniciar nuevas relaciones de amistad, nuevas aficiones o hábitos, puede ser muy provechoso.