“¿Qué nos impide encontrar y mantener el amor que decimos que queremos?”, es la pregunta que la psicóloga Lisa Firestone intenta responder, asegurando que todos hemos tenido alguna vez ese miedo de involucrarnos tanto en una relación que podemos salir dañados.

Según Firestone, de acuerdo al sitio web especializado Psychology Today, la mayoría de las personas, aunque no se den cuenta, sienten temor de estar realmente enamorados, y casi inconscientemente crean escudos de cualquier tipo para protegerse si algo sale mal. Lo que no saben es que este comportamiento impide que se produzca esa cercanía natural y espontánea que debe ocurrir con la persona que supuestamente amas.

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Es por eso que se encargó de analizar los principales miedos o razones, y los enumeró para ayudarnos a entender que nuestras aprensiones sobre el amor son naturales y le pasan a todo el mundo…bueno, a casi todo el mundo.

1. El verdadero amor nos hace sentir vulnerable.

La nueva relación es un territorio desconocido, y la mayoría de nosotros tenemos temores naturales a lo desconocido. Enamorarnos significa un riesgo real, pues estamos depositando toda nuestra confianza otra persona, lo que les permite “afectarnos”, es decir, estamos expuestos y vulnerables. Nuestras defensas centrales son desafiados. Los hábitos individuales van desapareciendo y tendemos a creer que que mientras más nos importa esa persona, mayores son las posibilidades de salir lastimado.

2. Un nuevo amor reabre heridas del pasado.

Cuando comenzamos una relación, no estamos tan consciente del impacto que ha tenido en nosotros el sufrimiento por relaciones complejas de cualquier tipo, pero lo cierto es que la manera en que fuimos dañados o heridos en el pasado, influye directamente en cómo percibimos a las personas que nos rodean, y también en cómo nos desenvolvemos románticamente. Esto quiere decir que si alguna vez tuviste una experiencia negativa con alguien y te marcó mucho, te costará el doble abrirte a una nueva persona y volver a confiar, pues se reabrirán sos sentimientos de dolor, por ejemplo.

3. El amor desafía nuestra propia identidad.

Muchos son los que luchan con ese sentimiento de no sentirse “digno” de ser amado, lo que muchas veces deja “pegados” en un estado en el que creemos que sencillamente no existe nadie que pueda cuidar de nosotros tal como queremos. Si bien todos tenemos una “voz interior crítica”, no podemos dejarnos llevar cien por ciento por ella, pues por lo general es resultado de viejas heridas del pasado o de experiencias previas que no tienen por qué volver a repetirse. Es una especie de entrenador al que no siempre hay que hacerle caso.

Es por eso que cuando conocemos a alguien que nos valora y se empieza a preocupar por nosotros, entramos en conflicto con esa voz y aparece el miedo de dejar a ese “pesimista” de tantos años, atrás.

4. La alegría verdadera viene de la mano con el dolor verdadero.

Cada vez que experimentamos plenamente la verdadera alegría o sentimos el valor de la vida desde un nivel emocional, también podemos esperar sentir lo que es el verdadero dolor. Muchos huyen de las cosas que saben que los haría muy felices porque también los hace sentir dolor. No podemos programarnos a nosotros mismos para no sentir tristeza, ya que ambos sentimientos vienen de la mano. La ansiedad juega un papel fundamental pues mientras más feliz te sientas con esa persona, más miedo tendrás de perderla o de que algo arruine esa felicidad.

5. El amor es a menudo desigual.

El típico caso de que le gustas demasiado a una persona y a ti no te “mueve” tanto. En ese momento tienes miedo de involucrarte con ella porque no sabes si tus sentimientos evolucionarán alguna vez y te da miedo que salga herida. La psicóloga asegura que en este caso lo mejor es simplemente dejarse llevar, pues los sentimientos nunca estarán equilibrados pues son una fuente en constante cambio. En segundos podemos sentir rabia o incluso odio por esa persona que decimos amar, es algo natural y que no puedes controlar.

Lo que debes hacer es dejar que los sentimientos se desarrollen solos, no cierres la puerta a una persona que puede hacerte increíblemente feliz sólo por las dudas de si te gusta mucho o poco.

6. Las relaciones pueden alejarte de tu familia.

Las relaciones pueden ser el último símbolo del crecimiento, y pueden representar, de cierta medida, la despedida de nuestra familia. Al igual que dejar atrás esa “vieja identidad”, esta distancia no es física sino que tiene que ver con que tu círculo íntimo y familiar pasa a otro nivel emocional, pues dejas de sentirte como un niño, y comienzas nuevamente con un cambio de tu identidad.

7. El amor despierta temores existenciales.

Es increíble, incluso suena ridículo, pero es cierto. Mientras más signifique esa persona que amamos más miedo tenemos de perderla, pues cuando nos enamoramos no sólo nos enfrentamos al miedo de perder a nuestra pareja, sino que nos hace más conscientes de nuestra mortalidad, declara la autora. Pues nuestra vida ahora tiene más valor y significado, por lo que la idea de que se vaya es más aterradora.

Es por lo anterior que varios disfrazan escapan de este temor preocupándose de superficialidades o incluso inventando peleas con la pareja, para no sentirse “amenazados”, aunque rara vez uno esté consciente de la manera en que nos defendemos contra los miedos existenciales, ya que simplemente son conductas que aprendimos a partir de nuestra propia cabeza.

Todas las relaciones implican un desafío gigante, pues nos estamos entregando por completo a una persona con la que pretendemos estar el resto de nuestra vida, aunque nunca tengamos la certeza de aquello. Pero conocer nuestros temores y evaluar cómo nos comportamos respecto a ellos, puede ayudarnos a mantener una relación satisfactoria a largo plazo.