Diamantes y perlas: los secretos de la Corona Imperial que adorna el féretro de la reina Isabel II
Una brillante corona de diamantes y perlas adorna el féretro de la reina Isabel II de Gran Bretaña y allí estarán durante los próximos cinco días hasta el momento en que la fallecida monarca sea sepultada en la cripta del Castillo de Windsor.
Los restos de la reina, que murió el 8 de septiembre a los 96 años, fueron llevados este miércoles desde el palacio de Buckingham hasta Westminster Hall, en la sede del parlamento, en una procesión militar de dimensiones históricas.
El Estandarte Real, que representa al monarca y al Reino Unido, recubre el ataúd de la reina y está compuesto de símbolos que representan a Inglaterra (tres leones), a Escocia (un león rampante) a Irlanda (un arpa).
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Tradicionalmente, el Estandarte Real ondeaba sobre el palacio donde estuviera la reina, en su automóvil oficial y en el avión o el barco en que era transportada.
Sobre el estandarte se encuentra la corona, que la fallecida monarca recibió en su coronación en 1953, cuando tenía 27 años. No es tan antigua y fue creada porque la anterior joya, llamada Corona de San Eduardo, era muy pesada.
Llamada Corona de Estado Imperial (“Imperial State Crown”), data de 1838, cuando la joven reina Victoria estaba a punto de ser coronada, pero no quería utilizar la de San Eduardo.
De oro macizo y piedras preciosas, con un peso total de 2,230 kg, la corona de San Eduardo es verdaderamente la más importante de las insignias reales de la monarquía británica desde el siglo XVII.

EFE
Consciente de la su diminuto cuerpo no podría soportar tal peso, la reina Victoria encargó la creación de la Corona de Estado Imperial para su coronación en junio de 1838.
Se trata una corona de 31.50 cms y 0.91 kg. de peso cerrada por cuatro diademas y adornada con 2.868 diamantes, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas y 5 rubíes.
En el centro de la cruz «pateé» de la parte frontal, se aprecia un espectacular rubí que, según la tradición, fue regalado al Príncipe Negro por Pedro el Cruel, rey de Castilla (siglo XIV).
Otra de las increíbles piedras que componen la corona es el Zafiro de San Eduardo, que se dice lució aquel rey en un anillo y que luego fue quitado de su tumba, en el siglo XII.
Bajo el rubí hay un fantástico diamante, conocido como “Segunda Estrella de África”, una piedra cuadrada de 317,40 quilates, cortada del gran diamante “Cullinan”. Finalmente, alternando con las cruces, hay unas flores de lis engarzadas con esmeraldas y rubíes.

EFE
Si bien la Corona de San Eduardo fue colocada sobre la cabeza de la reina Victoria durante la ceremonia de coronación, ella salió de la Abadía de Westminster utilizando su nueva corona.
Cabe señalar que el ataúd de la reina permanecerá en el Westminster Hall durante tres días, en una megaoperación de seguridad cuyo nombre en código es Feather. Se espera que un millón de personas hagan filas durante hasta 30 horas para rendir sus últimos respetos a la reina.