Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio al hospedador.

Esa es la definición que dan la FAO y la OMS a los probióticos, concepto que suele estar en conversaciones del cuidado de nuestra salud.

“Para hablar de los probióticos es importante ir un paso más atrás y definir la microbiota o flora intestinal, que es la comunidad de microorganismos, incluidos bacterias, virus, hongos y levaduras, entre otros, que habitan en nuestro tracto gastrointestinal y que cumplen una función nutricional, protectora e inmunológica”, aseguró Raúl Piñuñuri, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Bernardo O’Higgins.

Además, agregó que “los probióticos contribuyen a mantenerla en equilibrio, por tanto, son fundamentales para nuestro bienestar”.

Microbiota intestinal

Si bien la microbiota intestinal descompone los alimentos y favorece a la absorción de nutrientes y la síntesis de vitaminas, su impacto va mucho más allá de lo digestivo.

De hecho, juega un rol clave en el desarrollo y la función del sistema inmunológico.

Dichas bacterias interactúan con las células inmunitarias y refuerzan la defensa contra patógenos dañinos, disminuyendo la probabilidad de infecciones y enfermedades.

Asimismo, fortalecen la barrera intestinal, manteniendo su integridad y evitando la penetración de sustancias no deseadas o patógenos en el cuerpo.

Si hay falencias en este ámbito, se incrementa el riesgo de inflamación y trastornos digestivos, como el síndrome del colon irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal”, expuso el académico.

“Por ello es que, en algunos casos, podría sugerirse incorporar probióticos en invierno cuando las patologías infecciosas son más frecuentes”, puntualizó.

Afirmó que incluso existe una creciente evidencia de la conexión entre la microbiota intestinal y la salud mental, asociándose su desajuste a trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad, entre otros.

Probióticos en el sistema

La flora intestinal no es algo estático, al contrario, se puede modular y mejorar, debido a que muta según diversos factores, como nuestra dieta.

Por eso, es recomendable una alimentación rica en fibra, frutas, verduras y alimentos fermentados.

“Los probióticos, en particular, se encuentran en el yogurt, el chucrut, el kimchi y otros productos lácteos fermentados. Al ingerirlos, estos pueden colonizar temporalmente el intestino dando paso a los beneficios ya mencionados”, destacó Piñuñuri.

La kombucha, hecha a base de una infusión de té o hierbas y azúcar de caña, fermentada por un cultivo de bacterias y levaduras, marca tendencia.

Son cada vez más las personas que optan por esta alternativa, en lugar de las gaseosas tradicionales.

“En la kombucha se genera ácido láctico, que tiene función probiótica, lo que ayuda al equilibrio en nuestra microbiota y repercute directamente en diferentes aspectos de nuestro bienestar”, señaló María Prieto, fundadora de Kombuchacha.