Un nuevo estudio ha demostrado que los sentimientos de soledad están relacionados con un riesgo significativamente mayor de desarrollar diabetes tipo 2 (T2D).
Así lo indican los autores del Estudio de la Diabetes (EASD), publicado en la revista de la Asociación Europea.
La investigación fue realizada por el profesor asociado Roger E. Henriksen y sus colegas de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Noruega Occidental.
Además de examinar la relación entre la soledad y el riesgo de desarrollar T2D, se analizó si la depresión y el insomnio desempeñan un papel importante.
La soledad crea un estado de angustia crónico y a veces duradero que puede activar la respuesta fisiológica del organismo al estrés.
Aunque los mecanismos exactos no se conocen del todo, se cree que esta respuesta desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la T2D a través de mecanismos como la resistencia temporal a la insulina provocada por los niveles elevados de la hormona del estrés, el cortisol.
Este proceso también implica cambios en la regulación del comportamiento alimentario por parte del cerebro, lo que provoca un aumento del apetito por los hidratos de carbono y la consiguiente elevación de los niveles de azúcar en sangre.
Datos del estudio
La información de referencia de 24.024 participantes se tomó de HUNT2 tras excluir a los individuos con trastornos metabólicos, diabetes tipo 1 y tipo 2 y a aquellos para los que no se disponía de datos de análisis de sangre.
El estado de la T2D fue la principal variable de resultado y se basó en que la HbA1c (hemoglobina glicosilada, una medida del control de la glucemia a largo plazo) fuera superior a 48 mmol/mol cuando se midió en la encuesta HUNT4.
La soledad se midió a partir de los datos de la encuesta HUNT2 si se habían sentido solos durante las dos semanas anteriores y se midió en una escala de cuatro puntos (“no”, “un poco”, “bastante” y “mucho”).
El estudio descubrió que los niveles más altos de soledad al inicio del estudio estaban fuertemente asociados con un mayor riesgo de T2D cuando se midió 20 años después.
Aunque su estudio no examinó los mecanismos exactos implicados, los investigadores señalan que el apoyo social, la influencia y el compromiso pueden tener efectos positivos en los comportamientos que promueven la salud.
Por ejemplo, los consejos y el apoyo de un amigo pueden influir en las elecciones relacionadas con la salud de una persona y tener un efecto positivo en su dieta, su nivel de actividad física y su sensación general de estrés.
La disminución de los vínculos sociales y la falta de estas influencias positivas pueden hacer que las personas solitarias sean más vulnerables a comportamientos que podrían aumentar el riesgo de desarrollar una T2D.
Los investigadores aconsejan que la soledad se incluya en las directrices clínicas relativas a la T2D.
“Es importante que los profesionales de la salud estén abiertos al diálogo sobre las preocupaciones del individuo durante las consultas clínicas, incluso en lo que respecta a la soledad y la interacción social”, advierten.



