El microbioma es el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo. Además, tiene un rol fundamental para mantener un sistema inmunológico sano. 

La dermatóloga Verónica Tosi, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), destaca que nuestro cuerpo está plagado de microbios. Eso es algo positivo, ya que una microbiota saludable se autopoliniza para garantizar que un tipo de bacteria no domine sobre las demás.

Si los microorganismos buenos están sanos, también lo estará la piel, porque ellos combaten las infecciones y estimulan el sistema inmunológico. Si el microbioma se interrumpe, ocurren erupciones, brotes de rosácea, acné e incluso piel sensible.

Lucas Ponti, dermatólogo y director del primer centro dermatológico dedicado al tratamiento y la prevención del acné, destacó que la utilización de prebióticos, probióticos y postbióticos son una herramienta muy eficiente para el tratamiento del acné y la rosácea.

Pixabay
Pixabay

Autocuidado

El microbioma es un ecosistema similar a la flora intestinal para la piel. Como este órgano es la primera defensa del cuerpo y se comunica constantemente con el sistema inmunológico, hoy podemos recurrir a estos aliados: probióticos, prebióticos e incluso postbióticos vienen preparados para consumirse por vía oral, y listos para sumar a nuestras rutinas de autocuidado.

Verónica Tosi aclara que este tipo de tratamiento “ayuda de muchas maneras y, según el tipo de probiótico que uses, tu piel obtendrá diferentes resultados. La clave será tener una consulta con los especialistas para ver lo que nuestra piel necesita”.

Según indica el sitio Infobae, los probióticos proporcionan una ayuda antiinflamatoria contra la rosácea y la piel sensible.

El acné, en tanto, es una enfermedad crónica de la piel, que compromete a la unidad conformada por la glándula sebácea y el folículo piloso. Afecta al 90% de los adolescentes y al 40% de la población adulta, sobre todo a las mujeres.

Los carbohidratos refinados y grasas saturadas desequilibran la microbiota intestinal y cutánea, favoreciendo así la aparición de acné. Tosi destaca que “el uso de probióticos que generan un efecto antiinflamatorio y antioxidante junto con una dieta equilibrada son una combinación prometedora para su tratamiento”.

Pixabay
Pixabay

Para tener en cuenta

Los probióticos pueden adquirirse en alimentos fermentados, pero también en cápsulas y gotas. “Dentro de los alimentos, lo que no tienes bien cuantificado es la especie, es decir, qué bacteria es y la cantidad. Por ejemplo, el kéfir, kombucha, chucrut, no necesariamente cada vez que se fermentan te dan la misma cantidad de microorganismos y puede que no sea la cantidad suficiente para que sea beneficioso para el cuerpo”, dice la especialista.

Y añade que “después están los preparados en cápsulas o líquidos, donde es posible identificar las especies y la cantidad”. Ojo, que hay que tener en cuenta las diferencias de cada elemento, pues están lejos de ser lo mismo.

Prebióticos: son de lo que se alimentan los probióticos para vivir.

Beneficios: nutren la piel para que proliferen las bacterias buenas. Aumenta la diversidad bacteriana, crucial en nuestro organismo.

Probióticos: microbios vivos que administrados en dosis adecuadas van a generar un efecto beneficioso en las personas que los reciben. Para ser considerados probióticos, tienen que tener al menos un estudio clínico que avale su beneficio.

Beneficios: refuerza la barrera protectora de la piel, combate las bacterias dañinas y controla la inflamación.

Postbióticos: son productos de desecho bacterianos que refuerzan la barrera protectora de la piel, entre ellos: encimas, ácidos y péptidos.

Beneficios: combate las reacciones alérgicas, la dermatitis, el eczema, el acné y ayuda a la proliferación de las bacterias beneficiosas.