Dani Castro compartió conmovedores mensajes de despedida tras confirmar su salida de Fiebre de Baile

Sociedad

Cristián Rebolledo
En mayo de 2020, en plena pandemia, Cristián Rebolledo (43) decidió darle un giro radical a su historia. Tras dos décadas en Carabineros de Chile, donde alcanzó a formar parte del Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE), optó por dejar atrás la vida institucional para dedicarse a una actividad totalmente distinta: la organización de eventos, particularmente matrimonios.
“Siempre me motivó la idea de crear experiencias que hicieran felices a las personas. Organizar un matrimonio es como dirigir una orquesta: cada detalle debe armonizar con el siguiente para que todo funcione”, comenta el hoy empresario.
Y es que decidió apostarlo todo para fundar la Banquetería Cristián Rebolledo, firma que ha organizado más de 200 bodas desde su creación.
Su base de operaciones está en El Tabo, en la Región de Valparaíso, donde además del restaurante Puerto Castilla dirige el Centro de Eventos Playa Castilla Lounge.
Este espacio permite celebrar casamientos junto al mar, literalmente con los pies en la arena.
“Mis fines de semana transcurren en la playa, rodeado de novios, familias y sonrisas. Estoy ahí desde temprano, atento a cada detalle, a veces hasta la madrugada, cuando se va el último invitado”, comenta Cristián.
Y le ha ido bien, pues tiene la agenda “copada” hasta marzo del próximo año.
“Acompañar a las parejas en el día más importante de sus vidas es un privilegio”, expone.
Pero no todo resultó fácil. Tras dejar Carabineros, su emprendimiento vivió momentos duros en pandemia.
“Estuvimos mucho tiempo parados, no se podía hacer nada, se iba todo en mantener el sitio y en sueldos, sin tener entradas”, recuerda.
“Llegué a estar muy frustrado, pero de a poco fuimos saliendo adelante. Afortunadamente, mucha gente empezó a confiar en nosotros y le dimos la vuelta”, continúa.
Cuando se le pregunta qué tienen en común el mundo policial y el de los matrimonios, Rebolledo responde con autoridad: “Hay más similitud de lo que uno imagina. En ambos mundos hay presión, estrés, responsabilidad y trabajo en equipo".
"En Carabineros aprendí que ningún operativo resulta bien si no hay planificación, y eso se aplica igual en un evento así: si algo falla en la coordinación, todo se nota”
Sobre su cambio de rumbo, asegura que no fue un salto al vacío, sino una decisión meditada. “En el fondo, seguí haciendo lo que siempre me gustó: organizar, prever, cuidar los detalles. Solo cambié de uniforme”, cuenta entre risas.

Cristián Rebolledo
El vínculo surgió en la adolescencia: “A los 13 años entré a un colegio técnico a estudiar gastronomía. No duré mucho porque era inquieto, pero me quedaron grabadas las bases: la disciplina, la presentación, la importancia del servicio”, recuerda.
A esa misma edad comenzó a trabajar como garzón en eventos y colaciones.
“El papá de un amigo tenía un local y me invitó a ayudar. Él fue mi primer mentor: se llamaba Francisco Gutiérrez y me enseñó mucho. Desde eso, aprendí a cocinar de todo: cazuela, charquicán, lo que hiciera falta. Aprendí observando y escuchando”
Posteriormente, ya durante su etapa como carabinero, no olvidó su gusto por la producción de eventos y la banquetería.
"Empecé haciendo eventos pequeños los fines de semana, cuando aún estaba en la institución. Eran bautizos, cumpleaños, cosas familiares. Me sirvieron para ganar experiencia, para confirmar que me gustaba mucho todo esto”, recuerda.
Hoy, con su empresa consolidada y un equipo de 50 personas -entre chefs, ayudantes de cocina, coperos, garzones y personal de seguridad-, Cristián se define como un “productor de emociones”.
“A mí me llena este trabajo, ando como niño chico esperando la boda, me pongo ansioso porque todo salga bien. Hay una frase que dice ‘trabaja en algo en lo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida'. Eso me pasa, soy feliz organizando matrimonios”, afirma.
Y aunque su presente está lejos de los operativos y la disciplina castrense, confiesa que algo de esa formación sigue vivo en él.
“En Carabineros aprendí que todo lo que vale la pena exige compromiso y trabajo en equipo. Esa lógica nunca la perdí, solo la trasladé a otro ámbito. Hoy, en lugar de ordenar un procedimiento, coordino una ceremonia. Y créeme, cuando todo sale bien y ves a la gente feliz, la sensación de deber cumplido es prácticamente la misma”