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La dieta mediterránea, respaldada por Italia y reconocida por la UNESCO, se perfila como un estilo de vida más que una simple dieta, con beneficios comprobados en la salud como la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes y patologías neurodegenerativas. Chile, con un clima mediterráneo en su zona central, cuenta con los alimentos base de esta dieta como frutas, verduras, aceite de oliva, pescados y vino, lo que la hace fácilmente adaptable. Expertos como el Dr. Attilio Rigotti destacan que esta dieta, combinada con hábitos saludables, puede ser una herramienta efectiva para prevenir enfermedades y mejorar la salud de la población chilena, promoviendo la sostenibilidad y una mayor expectativa de vida saludable.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesSon innumerables las dietas que existen, incluidas algunas poco apoyadas por nutriólogos y especialistas como la de la luna, repollo, etc.
Sin embargo, existen algunas que -más que regímenes alimenticios- son estilos de vida, como el impulsado por Italia: la dieta mediterránea.
Según los especialistas, este régimen de alimentación no es una moda, es un modelo alimentario centenario, respaldado por décadas de investigación, que conjuga sabores, tradición y salud.
Los estudios médicos han confirmado beneficios tales como, la capacidad para disminuir la incidencia y/o mortalidad de enfermedades cardiovasculares, diabetes, ciertos tipos de cáncer y patologías neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Italia ha impulsado este estilo de vida, reconocido incluso por la UNESCO, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En Chile, en tanto, este estilo se podría adaptar fácilmente, gracias al clima mediterráneo que predomina en la zona central del país, lugar donde se cultivan alimentos e ingredientes afines a este estilo de vida, tal como lo hace el país.
La dieta mediterránea contiene, en alimentos frescos y poco procesados, la base de las recomendaciones de los especialistas: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos.
Aceite de oliva como grasa principal, pescados, mariscos y consumo moderado de lácteos descremados y fermentados y vino.
Tal como se puede apreciar en muchas películas italianas es, ante todo, una forma de cocinar y de compartir al sentarse a la mesa no solo alimentos, sino que tradición familiar, mercado local y productos de temporada.
Lo positivo de todo esto, es que nuestro país cuenta con muchos de estos ingredientes sin procesar y producidos en la zona central. Frutas y verduras de cada estación, olivos y hortalizas y, además, contamos con diversos marinos compatibles con este patrón.

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El académico e investigador de la Escuela de Medicina UC, Dr. Attilio Rigotti, quien estuvo a cargo de un estudio acerca de la aplicabilidad de esta dieta en Chile, entregó una explicación más detallada.
“La dieta mediterránea es un ejemplo de cómo la tradición y la evidencia científica se encuentran. No se trata solo de alimentos, sino de hábitos, comprar en temporada, cocinar en casa y compartir la mesa, que tienen efectos medibles sobre la salud de nuestra población”, afirmó.
Además, agregó que "adaptada a los productos chilenos puede ser una herramienta potente para prevenir y mejorar enfermedades que, en Chile, son de alta incidencia como el sobrepeso, la diabetes, hipertensión, la ateroesclerosis, entre otras”.
Entre los principales beneficios están la reducción del riesgo de infartos al corazón y cerebrales; ayuda a prevenir y controlar la diabetes tipo 2 y mejora el perfil lipídico, así como favorecer el mantenimiento de un peso saludable cuando se acompaña de hábitos activos.
Está asociada, además, a menor riesgo de depresión y a mayor expectativa de vida saludable, así como la sostenibilidad.
Esto último, ya que prioriza alimentos de temporada y producción local, reduciendo impacto ambiental comparado con dietas ultraprocesadas.