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Sociedad

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Este viernes se conmemora el Día Internacional contra el Bullying, destacando la preocupante situación en Chile con más de 4.500 denuncias en 2023, y un aumento del 11% al 19% de estudiantes que sufren acoso. A nivel global, la UNESCO reporta que uno de cada tres estudiantes sufre acoso escolar mensualmente. Viviana Tartakowsky de la UBO advierte sobre las graves consecuencias del bullying, instando a los adultos a estar atentos a señales de cambio en los niños y a intervenir de manera empática y firme. Se destaca la importancia de fomentar una cultura escolar comprometida con la prevención y la existencia de canales de denuncia efectivos para combatir esta forma de violencia.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesEste viernes 2 de mayo, se conmemora el Día Internacional contra el Bullying, una de las mayores amenazas para la convivencia y el bienestar emocional dentro de las comunidades educativas.
Muchas veces aparece disfrazado de “bromas” o se minimiza como parte del desarrollo social, pero los datos muestran una situación preocupante.
En 2023, los establecimientos escolares del país registraron más de 4.500 denuncias por bullying, la segunda cifra más alta en la última década, según el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV).
Además, el porcentaje de estudiantes que afirmó sufrir acoso de manera frecuente aumentó del 11% en 2012 al 19% en 2022.
Esta realidad no se limita a Chile, ya que la UNESCO reportó que uno de cada tres estudiantes en el mundo sufre acoso escolar cada mes.
Asimismo, uno de cada diez niños experimenta ciberacoso, una forma de violencia especialmente dañina por su persistencia y alcance global. A ello se suma la violencia física y simbólica que afecta a millones de niños y adolescentes en edad escolar.
Viviana Tartakowsky, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins (UBO), explicó que "estamos frente a una forma de violencia sistemática que no siempre se ve, pero que deja huellas profundas".
"El acoso escolar no solo afecta el rendimiento académico, sino que también perjudica la autoestima y la salud mental de quienes lo viven, además de su familia y personas cercanas (ya sea desde el sufrimiento o desde el silencio que vive la víctima)", agregó.
Tartakowsky también señaló que el hostigamiento adopta distintas manifestaciones: física, verbal, social, cibernética o sexual.
"A veces ocurre porque alguien simplemente es distinto al resto debido a su origen, apariencia, su acento o por tener una necesidad especial. Lo grave es que muchas veces las víctimas no hablan, ya sea por miedo, vergüenza o porque no encuentran un entorno seguro donde hacerlo", indicó la especialista.
En este contexto, los adultos desempeñan un rol fundamental. Observar señales como cambios bruscos de ánimo, desinterés por asistir al colegio, lesiones inexplicables o aislamiento social, puede marcar una gran diferencia.
"Los niños no siempre dicen con palabras lo que les pasa, pero su cuerpo y su comportamiento usualmente lo gritan. Es fundamental escuchar, acompañar y actuar", manifestó la psicóloga.
La experta también destacó la importancia de intervenir cuando el niño o niña ejerce el acoso: "No se trata de castigar sin más, sino de entender qué lo motiva a actuar así, poner límites firmes y ofrecer contención y apoyo psicológico. Estas situaciones pueden ser una oportunidad para enseñar empatía, responsabilidad y respeto por el otro".
Por último, la académica subrayó que, desde su perspectiva, hace falta una cultura escolar comprometida con la prevención y la existencia de canales de denuncia eficaces y cercanos.
"La violencia no es parte del crecimiento. La convivencia y la resolución pacífica de conflictos se aprende, y es tarea de todos enseñarla con palabras y hechos", concluyó.