A una hora de Oslo, en una isla deshabitada de Noruega, se ubica la prisión de Bastoy, considerada a nivel mundial como un modelo de reinserción social.
De hecho, en 2017 fue calificada por World Economic Forum como “la cárcel más agradable del mundo” por sus comodidades y buenos resultados con los internos.
[lee-tambien]https://www.pagina7.cl/notas/sociedad/2021/07/25/a-10-anos-de-la-masacre-de-noruega-la-brutal-historia-de-anders-breivik-el-carnicero-de-oslo.shtml[/lee-tambien]
Pero, ¿qué la hace diferente al resto de los recintos carcelarios? Lo primero, es que en Bastoy no existen celdas y los presos llevan una vida relativamente normal.
Cultivan la tierra, producen leña, van a la playa, practican algún deporte y, además, cumplen sus condenas.
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Los cerca de 70 prisioneros viven en cabañas compartidas pero con habitaciones privadas. Visten sus propias prendas y, a excepción de una comida al día, se cocinan para sí mismos.
Pueden incluso llevar algunas pertenencias personales, desde ropa a dispositivos electrónicos, como un reproductor de música o incluso un televisor. Eso sí, no pueden tener teléfonos móviles ni cámaras, consignó The Economist.
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Con excepción de las horas de descanso, desde las 11 de la noche a las 7 de la mañana, los reclusos pueden recorrer la pequeña isla a gusto.
La prisión se organiza como un pequeño pueblo, “con unos 80 edificios, caminos, playas, paisaje cultural, cancha de fútbol, tierra para agricultura y bosque”, se lee en la web de Bastoy.
“Además de los espacios de la prisión, hay una tienda, una biblioteca, una oficina de informaciones, servicios de salud, iglesia, escuela, servicios sociales del gobierno y servicio de ferry”, agregan.
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