Matt Meltzer es un periodista trotamundos y profesor de economía escrita de la Universidad de Miami. El profesional fue el protagonista de un experimento social que comprueba el dicho “como te ven, te tratan”.
Para ver si eso era efectivamente real, decidió arrendar un reloj de lujo y viajar con él, percatándose de sorprendentes resultados, consignó BioBioChile.
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Basado en la popular frase que escuchó tantas veces siendo pequeño, “puedes juzgar a un hombre según el reloj que usa”, decidió poner en práctica el experimento.
“Como viajo mucho por trabajo y todos los asistentes de vuelo y ejecutivos de negocios me juzgan a diario, esta me pareció ser una forma adecuada de comprobar si el viejo mentor sabía lo que estaba pasando o no”, señaló al portal Thrillist.
Y es que el accesorio no está al alcance del bolsillo de cualquiera, ya que el modelo Bathyscaphe Blancpain Fifty Fathoms, tiene un valor que bordea los 7 millones de pesos chilenos.
“Mis preguntas fueron respondidas casi inmediatamente después de recibir mi primer reloj”, expresó.
En una ocasión, Matt debía regresar desde Houston a su casa en Miami, sin embargo, una tormenta provocó que los vuelos fueran retrasados e incluso cancelados.
“Mientras le entregaba mi tarjeta de embarque y la de mi compañero de viaje, le dije (a uno de los empleados): ‘¿Alguna posibilidad de que puedas llevarnos de regreso a Miami esta noche?’. El hombre miró mis pases de abordaje, me miró a mí y luego miró de nuevo mi mano. ‘¿Eres de clase élite?’ preguntó. ‘No’, respondí. Se encogió de hombros y tomó mis pases de abordaje de todos modos”, contó.
Luego sucedió lo inesperado, el mismo sujero se acercó y le dijo: “Tengo dos asientos en un vuelto a Fort Lauderdale (ciudad cercana a Miami) a las 23:30. ¿Le serviría, señor?”, a lo que obviamente él aceptó.
“Noté que él también estaba usando lo que parecía un reloj muy caro. Era como si me hubiera reconocido como miembro de una gran hermandad”, añadió Meltzer.
Una situación similar le ocurrió en España, lugar al que se dirigió para entrevistar a un importante ejecutivo de un crucero.
“Cuando me senté, saqué mi computador. Sus ojos se fueron directamente a mi muñeca. No dijo nada, pero sus ojos se mantuvieron fijos por lo que era obvio que estaba tratando de ver qué tipo de reloj llevaba”, reveló.
Y continuó señalando lo siguiente: “En los primeros cinco minutos de la entrevista, me invitó a cenar con él y con otros ejecutivos en el restaurante más lujoso del barco. Los ejecutivos con los que comí también miraron mi reloj no tan sutilmente. A mitad de camino, me invitaron a una segunda cena y sake (bebida alcohólica japonesa) en la barra de sushi de gama alta del barco. Y créeme, no soy tan encantador”.
Las cosas no cambiaron y su experiencia volando fue mucho más placentera, ya que todos se preocupaban de hacerle el vuelo más cómodo.
Incluso, comprobó que el reloj es el accesorio con el que los viajeros frecuentes de primera clase, distinguen a aquellos pasajeros que son cambiados desde la clase económica.
“No estaba seguro de si era solo la confianza que se obtenía al usar un reloj caro lo que hacía que las personas me trataran mejor o era el reloj en sí. De cualquier manera, mi reloj y yo estábamos claramente enviando un mensaje”, puntualizó.