Lo normal es que uno respete todas las tradiciones de los pueblos hermanos, aunque hay algunas que son difíciles de entender o tolerar, como esta, que en su lugar de origen es normal y aceptada por la sociedad.

En la localidad de Cartagena en Colombia, resulta normal que los adolescentes se inicien sexualmente teniendo relaciones con burras. Sí, con esos animales cuadrúpedos de orejas largas. El motivo de esta descabellada incursión radica en el afán por “desahogarse” y practicar para no llegar como completos inexpertos al momento de “hacerlo” con una mujer.

Lo anterior además es influenciado por la conservadora sociedad católica en el mencionado lugar, donde las jovencitas son muy protegidas por sus padres para que lleguen vírgenes al matrimonio. Por eso se avala y acepta esta inusual práctica de los hombres.

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Esto fue apuntado en un texto publicado por el diario Últimas Noticias de Venezuela hace unos meses, donde incluso recogierom testimonios de dueños de “prostíbulos” de burras. “Aquí vienen los chamitos (jóvenes) y les alquilo el animal, la llevan monte arriba y se la comen. Me pagan cinco, seis o siete mil pesos por persona (entre mil 500 y dos mil 100 pesos chilenos). Eso les sirve a ellos para el desarrollo”, manifestó en su momento Rafel Salgado, encargado de este empredimiento y quien reconoce haber tenido sexo con burras cuando era un muchacho de 14 años, Hoy, supera los 30.

Al respecto, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría enmarca esta práctica sexual con animales en lo que se conoce como parafilia, un comportamiento propio de los humanos que buscan placer en otras “cosas”, y en Cartagena, claro, además está aceptado en el entorno.

De acuerdo a lo informado por el portal web de La Red, esta tendencia entre los muchachos tiene su origen en una sociedad precolombina llamada Cágaba, donde se decía que los jóvenes que no incursionaban con burras, jamás tendrían éxito en sus futuros matrimonios.