La menstruación es parte fundamental de la vida de una mujer, ya que es un proceso necesario para la reproducción humana. Ocurre cuando el óvulo no es fecundado, lo cual vuelve inútiles las gruesas capas que crecen mes a mes en el endometrio; este tejido se desprende junto a sus vasos sanguíneos, produciendo el sangrado. Pero, ¿sabías que somos unos de los pocos mamíferos que lo hacemos?

Como detalla el medio BBC Mundo, “la lista de los animales que menstrúan es bastante corta: humanos, monos, simios, murciélagos y musarañas elefante”. En serio: no existe ningún otro animal que pase por este proceso, que a primera vista, parece un despilfarro de sangre, nutrientes y fuerzas.

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Muchos científicos han intentado darle respuesta a este enigma, pero de momento sólo existen teorías: En 1933, la académica de la Universidad de California (EEUU), Margie Profet, dijo que el cometido de la regla era “defender (a la mujer) de los patógenos transportados al útero por los espermatozoides”.

Eva Peris (cc) | Flickr
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Posteriormente en 1996, la antropóloga de la Universidad de Michigan (EEUU), Ann Arbor, rebatió esto con su propia teoría. Esta se percató de que otras hembras mamífero también pasaban por ciclos reproductivos y que si no quedaban preñadas, absorbían o expulsaban el material.

“Mantener esa capa gruesa y lleva de sangre en la matriz consume mucha energía”, explicó Strassmann, agregando que: “El hecho de que exista el sangrado en algunas especies no se debe a una adaptación, sino a un efecto secundario de la anatomía y la fisiología de estas”.

Colin Finn de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) apoyó su idea en 1998, aunque él no apuntó a que se trataba de una forma de conservar la energía, sino que hizo énfasis en que esto era una consecuencia de la evolución.

Ars Electronica (cc) | Flickr
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Finalmente en 2011, la académica de la Universidad de Yale (EEUU), Deena Emera, planteó una revolucionaria teoría: Los animales menstruantes permiten que la madre controle la transformación de la pared uterina gracias a la progesterona, habilidad llamada “decidualización espontánea”.

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“Existe una buena correlación entre las especies que menstrúan y las que muestran la decidualización espontánea”, explica Emera. Esta habilidad se habría desarrollado en respuesta a los fetos agresivos, los cuales escarban toda la mucosa matriz en busca de nutrientes “para bañarse en la sangre de la madre”.

“A medida que el feto se volvió más agresivo, la madre respondió poniendo en marcha sus defensas ante una invasión que ya había comenzado”, detalla Emera. Esto ocurre por un peculiar tira y afloja evolutivo: “por un lado, la madre quiere racionar los nutrientes que al bebé, de forma que le quede algo para poder tener más crías. Y por el otro, el bebé en desarrollo quiere obtener toda la energía posible de su madre”.

Por supuesto, estas son sólo teorías: El tiempo y nuevas investigaciones dirán quién estaba en lo cierto.